La otra cara de los sueldos bajos ¿cuánto pagan realmente las empresas?

En la crisis que hemos vivido en los últimos años hay dos fenómenos trágicos relacionados: el aumento del desempleo y el descenso de los salarios. A todos nos gustaría que fuera lo contrario, pero lo más habitual es indignarse por el resultado, sin indagar un poco en las causas de que nuestro mercado de trabajo genere unos resultados así.

No olvidemos que el trabajo también es un bien y no puede escaparse a la regla de la oferta y la demanda. Tampoco olvidemos que en mercados libres las candidades ofertadas y demandadas de un bien tienden a igualarse, a base de ajustes en precios.

Pero cuando hay regulaciones que dificultan este ajuste y un tercero que se lleva una parte importante de la transacción empiezan todo tipo de distorsiones con el resultado que tenemos.

Profundizando en esta línea de pensamiento he aquí un interesante artículo sobre la diferencia entre lo que ganan los trabajadores y lo que les cuesta a las empresas.

Algunas ideas clave:

– Aunque el salario mínimo sea 645€/mes, al empresario le supone un coste total de casi 14000€/año. Además suelen ser los perfiles menos productivos, y generan un coste difuso pero muy cierto de gestión, litigiosidad, etc. con lo que no es extraño que el empresario dude mucho antes de contratar para trabajos de poca productividad

– La fiscalidad que soporta un salario medio en España ascendió al 41,4% en 2012, incluyendo IRPF y las cotizaciones sociales que pagan empleados y empresas, según los últimos datos disponibles de la OCDE. Esta cifra es casi seis puntos superior a la media de los países ricos (35,6%) y sitúa a España en el 12º puesto en lo que hace referencia a la tributación laboral».

– Durante la crisis, precisamente en el momento en el que las empresas españolas necesitaban recuperar terreno y abaratar sus costes, la fiscalidad sobre el trabajo se ha disparado, retrotrayéndonos a los años 80 del siglo pasado, haciendo aún más complicado para las compañías mantener o subir los salarios.

 

Para no acabar el artículo con la impresión de resignación y que no se puede hacer nada, comentar algunas ideas que pueden darnos esperanza:

– Interesante propuesta de BBVA para reformar el mercado laboral, esta vez sí estructuralmente y no sólo cambiando las indemnizaciones por despido. Mochila austriaca, disminuir y homogeneizar tipos de contrato, etc.

– El mercado de trabajo no es uniforme. Sigue habiendo escasez o dificultad de encontrar ciertas profesiones cualificadas. No hay manera de encontrar un buen contramaestre de máquina de papel, un ingeniero que te calcule impactos de alta velocidad en blindajes o un pintor fino y de confianza que no te deje la casa hecha un desastre. Por ejemplo a la persona que limpia en mi casa (autónoma, honrada y de confianza) le llueven las ofertas, tiene que rechazar trabajo porque tiene la agenda llena. Al final lo más importante es cada persona y la aportación de valor que haga (y encontrar alguien que lo perciba).

– Cada vez hay más autónomos y empresarios. Ya no esperamos resignados que venga otro a ofrecernos un empleo, sino que buscamos la empleabilidad en el mercado, ya sea por cuenta propia o ajena, aumentando nuestra libertad y responsabilidad, renunciando a seguridad y (supuesta) estabilidad. No es mejor ni peor que ser empleado, lo bueno es tener opciones.

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