Pequeño test. ¿Te reconoces en alguna de las siguentes frases?
- ¿Tu atención es constantemente interrumpida por los mails entrantes, llamadas, alertas de facebook, mensajes, whatsapp, anuncios de tv, etc?
- ¿Comes deprisa mientras miras la tele o hablas por el móvil y no sabes qué has comido o notado su sabor?
- ¿No encuentras tiempo de saborear cada momento y experiencia como si fuera (que lo es) único e irrepetible?
- ¿Vives en una agitación y distracción permanente?
- ¿Corres de una actividad a otra (sin terminarlas) según la urgencia?
- ¿Te sorprendes jugando con tus hijos o amando a tu pareja y pensando en temas de trabajo?
- ¿Te apegas a las cosas o las personas y sufres por ello al perderlas (como si pudieras poseer algo o a alguien)?
- ¿Sueles dedicar tu tiempo y tu pensamiento al miedo o la ansiedad por lo que aún no ha sido, el recuerdo de lo que ya no es, la culpa de lo que hice o dejé de hacer, la ensoñación de lo que podría haber sido, el juicio respecto a lo que crees que debería ser?
- Es decir ¿te estás perdiendo tu aquí y ahora?
Bienvenido a uno de los retos más difíciles: evitar que nuestra mente nos haga infelices.
Para empezar a reflexionar al respecto, recomendamos un interesante artículo de Gabriel García sobre estar presente y atento, un concepto que ya entrenaban los orientales hace miles de años y que ahora con una etiqueta en Inglés (Mindfulness) se vuelve a poner de moda.
Nada nuevo bajo el sol. Mis abuelos ya decían que «el que mucho abarca poco aprieta», «no se puede estar en misa y repicando», o «quien no tiene cabeza tiene que tener pies». En todo caso bienvenidas las etiquetas y las modas si como en este caso nos ayudan a ser más felices y productivos, y a no ser esclavo de las distracciones de los sentidos y de la mente.
Para avanzar en este camino que nunca se acaba, recomendamos aprender de los niños y los animales, meditar, y leer alguno de los libros de cuentos orientales de Ramiro Calle.