¿Quieres dos meses de vacaciones?

Dentro de un mes volverán a proliferar los artículos y reportajes sobre la depresión post-vacacional.

Y todos ignorarán un factor crítico pero aparentemente inevitable: estaremos deprimidos porque no tenemos tantas vacaciones como queremos.

Conozco personas que trabajan 6 meses al año, viven con austeridad, y viajan el resto del año. O en otros países es habitual tomarse un año sabático. Sin llegar a esos extremos, muchas personas estarían contentas de tener más tiempo de ocio. ¿Tú no querrías tener más vacaciones?

  • ¿Nunca has soñado con ese gran viaje al otro lado del mundo que postergas por no tener tiempo?
  • ¿No querrías pasar más tiempo con tus hijos o amigos este verano?
  • ¿Te gustaría estudiar algo distinto, escribir un libro, o dedicar unos meses a tu afición favorita?

Me confieso: yo este año me he tomado un mes y medio de vacaciones de verano. Y Navidades y Semana Santa y puentes si puedo.

Me da verguenza decirlo, me siento un bicho raro. Cuando la gente se entera, los comentarios varían entre la admiración y la envidia. Yo siempre digo que ni mejor ni peor. Cuando se enteran de que mis vacaciones no me las paga nadie, que cuando no trabajo no gano sino que gasto, que otros fines de semana me toca trabajar, o que otras veces hago semanas de 60 horas, ya no parece tan bonito.

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Cada vez más con las nuevas generaciones, la gente valora tener una vida rica más allá del trabajo, y este es un choque cultural muy fuerte con las anteriores en las que el compromiso y la dedicación a la empresa son prioridades mayores que las personales. 

A todos se nos llena la boca con la palabra «conciliación» pero la cultura social y de empresa, la ley y nuestra mentalidad son barreras que la impiden.

Es extraordinariamente raro que la empresa española ofrezca más vacaciones de las legalmente obligatorias. Y ese es justamente uno de los principales obstáculos: que la ley obliga a que las vacaciones sean pagadas por el empresario. La cuestión clave no es cuántas vacaciones, sino quién las paga. En el momento en que el empresario está obligado a costear las vacaciones de sus empleados el incentivo es enorme para no conceder ni una pizca más de las obligatorias. Incluso hay el debate de hasta qué punto el empleado debe tener disponibilidad fuera de su horario o días laborables, pero nunca se enfoca desde el punto de vista de los incentivos económicos y la distorsión de las leyes sobre los mismos.

Por otro lado hay personas que preferirían trabajar más y ganar más. Incluso según tu momento vital o una vez tienes satisfechas las necesidades materiales básicas, la preferencia entre tiempo y dinero puede variar. Sin embargo todos debemos tener las vacaciones que decreta el legislador, pagadas por nuestro empresario. Como si el empresario se fuera a volver generoso por ley. ¿Acaso no computa esto en el coste salarial total y lo descuenta de lo que está dispuesto a pagar al empleado el resto del año? Una vez más la legislación laboral se queda anticuada y tratando de proteger al trabajador lo perjudica.

¿Y si tuviéramos un poco más de imaginación y flexibilidad a la hora de gestionar el tiempo de trabajo? Ya en alguna ocasión http://revitalent.com/cosasquepensar/es-el-tiempo-libre-la-mayor-recompensa/ hemos hablado de este tema. Algunas ideas para la discusión:

  • Establecer un mínimo de días de vacaciones pero dejar una franja para la negociación de más días no pagados
  • Cambiar la legislación para que el salario del mes de vacaciones se reparta entre todos los meses realmente trabajados (lo cual no cambiaría el coste salarial pero resolvería la dislocación de incentivos del sistema actual)
  • Incentivos no monetarios sino de tiempo libre según resultados (en la línea de evitar el presentismo y premiar el trabajo inteligente y productivo)
  • Excedencias (no pagadas) para proyectos personales, estudios, viajes, maternidad/paternidad, etc.
  • Tiempo asignado durante la jornada laboral para proyectos libres, de innovación, o no asignados por la empresa (antes de que alguno me acuse de utópico que vean el ejemplo de Google o 3M)
  • Mayor implantación en la medida de lo razonable de políticas de teletrabajo y flexibilidad de jornada
  • Trabajo compartido, en el que dos personas trabajan a tiempo parcial en un mismo puesto.

Desde el punto de la calidad de vida del empleado, no cabe duda de las ventajas. Pero también para el empresario estas políticas resultan interesantes:

  • Atracción y fidelización del talento, especialmente de las nuevas generaciones
  • Mayor identificación y compromiso con la empresa
  • Empleados más equilibrados personalmente y mejor ambiente laboral
  • Flexibilidad para ajustar dedicación de mano de obra según las necesidades reales de la empresa, sin tener que recurrir a EREs u otros mecanismos traumáticos y caros cuando hay menos que hacer, y sin la dificultad y coste de buscar a gente cualificada externa cuando el negocio va bien
  • Menor dependencia de una persona para un determinado puesto
  • Fomentar una cultura del trabajo inteligente y no del presentismo Imagen relacionada
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