Disfrutamos de nuestro trabajo, ponemos pasión en todo lo que hacemos, queremos mejorar y aprender, no nos conformamos. Somos exigentes, empezando por nosotros mismos. No toleramos la mediocridad. Todo lo que hacemos debe ser útil y generar resultados reales.
Somos eficaces con los resultados y eficientes con los recursos. Establecemos objetivos e indicadores de rendimiento significativos para medir nuestro impacto.
Trabajamos de forma integral con el sistema, no aisladamente con los objetivos, procesos, ideas, personas, etc. Preferimos el éxito a largo plazo vs. cortoplacismo; el éxito global vs. local o individual; el sistema vs. sus partes; las sinergias vs. la competición estéril; las causas vs. los síntomas stakeholders vs. shareholders; ganar juntos muchos campeonatos vs. marcar yo el siguiente punto.
Los errores y dificultades son oportunidades de aprendizaje. Ante ellos nos centramos en lo que podemos hacer para crear soluciones, y en el proceso mejoramos nuestro hacer y nuestro ser (aretē). Damos lo mejor de nosotros mismos independientemente de los resultados o las opiniones ajenas. Tratamos de ser ejemplares, aunque nadie más nos vea o no tenga premio externo.
No confundimos excelencia con perfeccionismo. Equilibramos la máxima calidad posible con el pragmatismo, eficiencia y practicidad necesarios para aportar valor y conseguir resultados relevantes con recursos limitados. Valoramos e integramos el pasado y el futuro, y buscamos las mejores soluciones vengan de donde vengan.
Buscamos el camino más natural (tao), fácil e inteligente, sin forzar las cosas (wu wei) y simplificamos lo excesivamente complejo (zen). Evitamos el ruido y saboreamos la vida.
Valores relacionados:
- Eficacia
- Intregralidad
- Pragmatismo
- Pasión
- Facilidad (wu wei, tao y zen)
