Everyday the fearmongers in the infoxication media scare us with the last crisis and emergency, until it goes out of fashion. Then they sell you the next thing to be scared of. Of course, they don’t do it so that you make the best decisions, but to promote the interests of those who pay them.
In fact, it can all be considered a case of obfuscation. Instead of hiding the truth, they hide among so much noise and so much banal information that you are not able to focus on the key issues and challenges for our civilization. Like slow extinction.
Many people believe the world is becoming overpopulated…the reality will shock you.
In this speech, Stephen Shaw explains how rapidly declining birth rates are putting many countries in danger of disappearing within a few generations.
Reversing the narratives around children and population growth is critical for the sake of our civilisations. It will help us design the changes that our society needs to survive, instead of the useless snakeoil remedies that our politicians and media sell to us.
They say «You’ll have nothing and you’ll be happy», or «You won’t have a good job, your own house nor children but you can have cats instead.» They also defend that making it difficult for our young couples to create a family and instead importing unskilled uncivilized people is the solution to all our problems.
Let’s not sacrifice our offspring for our material confort. Go make a baby! 😉 Or encourage others to do so before it’s too late.
I don’t know if it is because I studied some economy or because of my experience in many organizations, but I can spot bad economic ideas from a mile, even if they are disguised in good intentions. But I don’t think I’m a genius. What surprises me is how most people accept or buy into «Troyan horse ideas«: sugar-candy proposals that will bring terrible results.
Why do politicians always seem to create more economic problems when they intervene to «solve» the previous ones?
Why can’t people understand that what seem like good ideas in the short term have bad consequences?
Why do we insist in the same recipes that sound attractive but have proven wrong several times in history?
Why don’t we understand that everything has pros and cons, and that there are no solutions, only compromises?
There many examples, like printing money, fixing prices, raising taxes and tariffs, taking money from people who work to give it to those who create nothing, doing a bad job for a customer, being dishonest, eating too much and exercicing too little, spending more than you earn, etc.
In this video we learn about the broken window fallacy and how it can help us improve our economic understanding of the world.
Some key questions that you need to ask every time you are proposed an idea:
What’s been broken? Why? (Root causes, not symthoms) Have we understood how the problem was created?
Is your proposal better or worse than the problem? Is it better or worse than other proposals? What other solutions have worked / not worked in the past? What are the pros and cons of each of them? Are you solving the problem provisionally and making it worse in the long term? What are the evident and not so evident risks?
How is this solution going to solve the problem? How are you going to measure its success? Will you change it if it doesn’t work or is counter productive?
At what cost? What are the drawbacks? What wealth is the proposal going to destroy? Will it create more problems somewhere else?
Who’s paying and who’s benefiting from it? Is it overall good for the society? Even so, is it fair and ethical? Does it break individual rights?
Is this idea yours or are you repeating someone else’s without any criticism? Do you have an emotional attachment? What are your biases and blind spots?
Are you risking something if your solution doesn’t work? Do you have a personal interest in it? Who will win or lose something if it works and if it doesn’t?
Next time you have or are proposed a «great idea», please use these questions to help other people think rationally.
Caso histórico: Los peajes del Sund o cómo conseguir que la gente sea sincera al pagar impuestos
Los peajes del Sund o peaje del estrecho (en danés: Øresundstolden) fueron peajes cobrados por el cruce del estrecho de Øresund y que fueron una de las principales fuentes de ingresos del reino de Dinamarca. Fueron introducidos en 1429 y se mantuvieron en vigor hasta 1857. En 1567, el peaje fue convertido en una tasa de un 1-2% del valor del cargo, llegando a suponer dos tercios de los ingresos estatales en los siglos XVI y XVII.
Todos los barcos extranjeros que pasaban a través del estrecho, fuera su destino Dinamarca o no, tenían que parar en Helsingør y pagar un peaje a la corona danesa. Si un barco se negaba a parar, los cañones en Helsingør y Helsingborg podían abrir fuego y hundirlo.
La consecuencia evidente es que los barcos trataban de minusvalorar su cargo, y los inspectores tenían que hacer su propia valoración. Todo ello conlleva corrupción, coste de vigilar barcos y de vigilar a los vigilantes, inseguridad para los armadores de los barcos, y una disminución del comercio y los ingresos para todos.
Pero ahora viene la clave de esta historia: Para evitar que los capitanes declararan cargos menores a la realidad, la corona danesa se reservó el derecho de comprar el cargo al precio declarado.
¿El resultado? Los capitanes tendían a ser sinceros en declarar el valor de su cargo. No porque la corona ejerciera siempre su derecho de comprarlo, sino porque la mera posibilidad era un poderoso incentivo para decir la verdad. Y todo ello con mínimos costes de supervisión y gestión. Y antes de que se desarrollara la ciencia económica.
Pero lo interesante no es este caso histórico, lo que me llama la atención es que es la excepción, no la regla. Apenas hay estados que usen este tipo de incentivos para recaudar impuestos; casi todos tienen legislaciones y burocracias complejas, caras e ineficientes en su lugar.
Ampliando el ámbito del análisis, la utilización inteligente de los incentivos en la economía de mercado es la clave para que en occidente en los últimos 200 años hayamos tenido una prosperidad y desarrollo únicos en toda la historia de la humanidad. Pero lo normal siempre ha sido que los gobernantes expolien a la población y desincentiven el ahorro y la inversión, impidiendo así la prosperidad de todos.
Mi experiencia profesional utilizando incentivos
El otro día «engañé» por enésima vez a los participantes en una formación de trabajo en equipo para que se traicionaran miserablemente para perjuicio de todos, con una versión del tradicional dilema del prisionero. En otras ocasiones subasto un billete real de 20€ y consigo que me paguen más de lo que vale. Evidentemente, todo lo hago con la buena intención de analizar después cuestiones como la confianza, la colaboración, la comunicación y la cohesión. Bueno, hay que reconocer que también es muy divertido meter cizaña. 😉
También utilizo competiciones, juegos y otros mil trucos para conseguir que la gente haga «espontaneamente» cosas que jamás habrían aceptado que les mandara un extraño. Por ejemplo, consigo que un grupo de serios directivos se pongan a hacer teatro en la calle o construir helicópteros de madera.
Otras veces he ayudado a diseñar sistemas de objetivos e incentivos, cuadros de mando, etc. desde nivel corporativo a individual. Y también formado a directivos y managers para que pasen de supervisar tareas a gestionar por objetivos.
Además, mis clientes de coaching me contratan para facilitar que consigan sus objetivos, y una parte importante del trabajo es definirlos y gestionarlos.
¿Cómo consigo todo eso? Comprendiendo cómo funcionan los objetivos, reglas e incentivos, y las motivaciones humanas. Me baso en una mezcla de teoría de juegos, economía de la empresa, psicología económica, coaching sistémico, etc. Seguramente, haber estudiado y formado en dichos campos en la universidad, y mi experiencia práctica como consultor y manager de RRHH en diversas organizaciones durante 25 años me permite tener una perspectiva privilegiada.
Pero lo interesante no es eso, ni vengo aquí a presumir de Maquiavelo de pacotilla. Francamente, me sigue sorprendiendo que me paguen para cosas que me parecen evidentes. Traigo estos casos para ejemplificar la dificultad que solemos tener los humanos para entender la potencia de los incentivos y las claves de la motivación humana.
La incomprensión generalizada de los incentivos
En un ámbito más personal, alucino cómo los padres no ponen límites ni consecuencias y luego se sorprenden de los comportamientos incivilizados de sus hijos. ¿Amenazas a tu hijo con castigos aleatorios o desconectados de comportamientos concretos y luego no los cumples? ¿Qué esperas que pase la siguiente vez?
También trato de no argumentar con la mayoría de personas sobre economía o política. Incluso en temas evidentes y hablando con gente culta, no son capaces de imaginar la reacción lógica que va a tener la gente a sus propuestas. ¿Subimos los impuestos, el salario mínimo o la masa monetaria? ¡Grandes ocurrencias que nadie había intentado nunca! Seguro que eso no afectará a la inversión, a la tasa de paro o al poder adquisitivo ¿verdad? De hecho, si es tan buena idea y no tiene consecuencias negativas… ¿por qué no duplicarlos o triplicarlos, en vez de subirlos un poquito?
Otros se sorprenden de que los políticos sean corruptos e inútiles, y piensan que simplemente cambiando a uno por otro, todo cambie. ¿Qué esperabas, viendo cómo está diseñado el sistema y los incentivos que tienen?
Lo que me sorprende una y otra vez es que la gente no entiende cómo funcionan los incentivos. Incluso personas muy inteligentes, expertas y capaces (como altos directivos y CEOs) parecen incapaces de anticipar las reacciones de las personas cuando cambian los incentivos, o dan por supuesto que los demás comparten sus propias motivaciones.
Por ejemplo, hace años el jefe de mi mujer le limitó unas comisiones previamente acordadas como un % de la facturación, porque se había vendido un gran proyecto y el importe de la comisión era mayor del que él se había imaginado. Evidentemente, mi mujer nunca más volvió a motivarse con las promesas de unos incentivos arbitrarios y mal gestionados.
Algunas ideas básicas para gestionar los incentivos
Todas estas personas no se dan cuenta de algunos principios básicos, como que:
El comportamiento humano es motivado. Siempre hay un motivo, aunque no lo conozcas o compartas, confesable o inconfesable, consciente o inconsciente. La gente tiende a ser egoísta. Incluso cuando son generosos o desinteresados lo hacen para conseguir algo, ya sea amigos, sentirse importantes, virtuosos, ganar una buena reputación, aprender, o divertirse mientras ayudan.
Los incentivos no sólo son monetarios, ni son iguales para todas las personas. Lo que te motiva a ti puede no motivar a otra persona, o no en la misma medida. La variedad de necesidades y deseos es enorme. Por otra parte, hay ciertas cosas que suelen gustar a la mayoría.
El comportamiento reforzado tiende a repetirse. El comportamiento con consecuencias negativas tiende a inhibirse. Y la motivación negativa es más inmediata y fuerte, pero más insatisfactoria y difícil de mantener a largo plazo que la positiva.
Hay motivos extrínsecos e intrínsecos. Los primeros son más fáciles de manipular, pero los segundos son más poderosos.
Hay factores higiénicos (si no están, desmotivan, pero si están no motivan) y motivadores (sólo eficaces cuando se han cubierto los anteriores).
Los objetivos siempre van a tender a malinterpretarse, de buena o mala fe. Obtendrás literalmente por lo que pagues. Y si no defines exactamente lo que quieres, obtendrás cualquier otra cosa.
No basta con definir objetivos e incentivos y esperar que las personas cambien su comportamiento. La gente necesita las 4C: conocer, comprender, compartir, comprometerse.
En fin, no pretendo ser exhaustivo ni dar una clase magistral sobre incentivos. Sólo llamar la atención sobre una poderosa herramienta que suele ser muy mal utilizada.
Y lo peor no es la ignorancia, sino la creencia de que ya se sabe y la insistencia en los mismos errores a pesar de los malos resultados. Siempre que los seres vivos no se comporten como esperas, piensa si los incentivos que les generas son los adecuados.
Encontré en fb y luego en el blog de balcón40 una buena metáfora muy aplicable en la empresa y la política, e incluso en nuestras vidas personales: la teoría del caballo muerto.
Esta teoría parece ser que se basa en un dicho de los indios de Dakota, quienes aparentemente decían que “cuando descubres que estás montando un caballo muerto, la mejor estrategia es desmontar”.
Parece obvio, ¿verdad? pues no debe serlo tanto, porque es bastante común continuar invirtiendo tiempo, recursos y esfuerzos en un proyecto improductivo o definitivamente fallido. En vez de abandonarlo, muchas veces las organizaciones y personas implementan estrategias destinadas a intentar revivir al caballo muerto, como por ejemplo:
Comprar un látigo más fuerte, o una nueva silla de montar, para ver si el caballo muerto resucita (mejora sus resultados) si le doy con látigo más fuerte (y más caro)
Cambiar los jinetes, o sea, asignar a alguien nuevo a una tarea ya fallida
Nombrar un comité para estudiar al caballo, o lo que es lo mismo, gastar tiempo y recursos en ver qué es lo que va mal sin llegar a tomar ninguna acción.
Relajar las normas o los requisitos de las prestaciones esperadas de los caballos, o revisitar el concepto de muerto, de manera que se puedan incluir a los caballos muertos en dichas normas y así pasen más desapercibidos.
Reclasificar los caballos muertos como seres vivos discapacitados, o con cualquier otro eufemismo para no reconocer que el pobre caballo ha fallecido.
Atar varios caballos muertos juntos para ver si así aumentan la velocidad. O como decía un antiguo jefe mío, es cuando el más feo y la más fea de la clase van juntos al baile de graduación. Está bien ir, pero la relación va a tener poco futuro.
Mejorar la alimentación del caballo para ver si así el caballo muerto corre más o lo que es lo mismo, proporcionar financiación adicional y/o formación para mejorar el desempeño del proyecto.
Declarar que como un caballo muerto no necesita ser alimentado, cuesta menos y por consiguiente contribuye a mejorar los resultados de la empresa.
Re-escribir el rendimiento esperado, para que el del caballo muerto sea aceptable.
Ascender al caballo muerto a un puesto de responsabilidad y contratar a otro caballo para hacer el trabajo.
Muchos años después que los indios de Dakota, Peter Drucker, el guru del management, dijo más o menos lo mismo pero con otras palabras: «No hay nada tan inútil como hacer eficientemente lo que no debería hacerse en absoluto.» O sea, está muy bien buscar eficiencias, pero es inútil y contraproducente hacer eficientes las tareas incorrectas.
Es un problema común en muchas organizaciones la reticencia a abandonar proyectos muertos. Sucede por varios motivos:
Es la idea del gran jefe y nadie se atreve a declararla finalmente inútil
Hay demasiados compromisos adquiridos con anterioridad y nos empeñamos en hacerla funcionar como sea (lo que en economía se llama coste hundido)
Fue una idea de éxito en un principio pero cuyo momento ha pasado, y sin embargo seguimos trabajando en ello casi por inercia.
Cada persona sabe que el caballo está muerto pero nadie se atreve a discrepar con el grupo (pensamiento grupal)
Tenemos un apego emocional con el caballo y nos duele demasiado siquiera considerar que está muerto
Disonancia cognitiva: Ante la discrepancia entre lo que vemos y lo que creemos, descartamos lo que vemos para no tener que cambiar nuestras creencias
Esto también es aplicable también en el ámbito personal. Cuantas veces tenemos la sensación de que estamos en un fin de ciclo, que ya hemos hecho todo lo que había que hacer en el proyecto y que de ahí no se puede sacar más. O con una pareja con la que llevamos tiempo intentando de todo.
En esas situaciones, lo mejor es abrazar el cambio, innovar y estar dispuestos a desmontar el caballo y buscar otro camino a seguir. Lo difícil normalmente es reconocer que el caballo que montamos ha fallecido, porque era nuestro caballo, le teníamos cariño, dedicamos en el pasado mucho esfuerzo a alimentarlo y verlo crecer, pero hay que asumir que todo llega a su fin y que lo mejor es bajarse de él.
Y esto no sólo es aplicable para ti mismo, sino que es importante entenderlo para facilitar la gestión del cambio. Aunque tú estés intentando librarte del cadáver apestoso del caballo, en tu empresa seguro que hay personas que siguen apegadas a él. No sirve de mucho forzarles si no empiezan por entender que su querido caballo está muerto. En lugar de vencer esa resistencia al cambio, empieza por desactivarla haciéndoles tomar conciencia de que su caballo está muerto.
Acabo con una pregunta retadora y una reflexión:
¿Qué caballos muertos has montado en el pasado? ¿Hay alguno al que sigues apegado en el presente?
¿Qué caballos muertos tienen otras personas que para ti resultan evidentes? ¿Cómo ayudarles a reconocerlo sin generar resistencia?
Si tienes dudas al respecto, tal vez te ayude lo que me dijo una vez una amiga: lo más difícil no es tomar una decisión, sino darte cuenta de que en el fondo ya has tomado tu decisión.
Edith Gómez, en un artículo en Equipos y Talento, nos apunta los 4 pasos que hay que dar para lograr unir y fortalecer al equipo en el que un profesional se desenvuelve. Parece que haya descubierto el Mediterraneo, pero siempre viene bien recordar algunas pautas para mejorar la cohesión de los equipos.
1. Observar las relaciones interpersonales entre los miembros y tomar la iniciativa para conectar a miembros desconectados
2. Promover la creación de actividades grupales recreativas
3. Implementar incentivos al esfuerzo global
4. No orientar los esfuerzos sólo en las personas más cercanas
Perdonadme la autopromoción, que intento minimizar en el blog, pero es que lo ha puesto a huevo.;-) En realidad lo que quiero decir es que la cohesión de un equipo es algo muy complejo, y que no se consigue sólo con cuatro consejos. Es un trabajo largo y complejo que a menudo requiere una aproximación profesional.
Si tienes un equipo que quieres construir, potenciar, arreglar o hacerlo de alto rendimiento, mi consejo es que inviertas en un buen profesional experto en equipos. Resulta muy rentable, ya que la productividad de un equipo cohesionado es incomparable con la de otro mal avenido. Por no hablar de costes de rotación, calidad, pérdida de clientes, falta de innovación, etc., o de bienestar y otros factores humanos.
En definitiva: cuida de tu equipo y tu equipo cuidará de tu negocio.
If you don’t know Konstantin Kisin, he is a comedian but also a speaker who defends free speech, western civilization and values. He knows what he is talking about because his family escaped from the Soviet Union.
He is a Sunday Times bestselling author, satirist, social commentator, and creator and co-host of free speech podcast TRIGGERnometry. In 2022, he published An Immigrant’s Love Letter to the West.
I came across this speech at ARC, and I found it wonderful both in content and in the way he delivers it. Enjoy it! Besides, we can all learn from his public speaking skills, second to none.
A estas alturas todos sabemos que emprender o tener una empresa en España es una heroicidad temeraria. Pero es interesante pasar de las percepciones subjetivas a los datos.
Aquí puedes ver el artículo original de Libre Mercado de donde saco esta información basada en un informe del Instituto Juan de Mariana y que recomiendo leer completo.
Resumo a continuación algunos extractos bastante llamativos:
Cuatro de cada diez empresarios consideran que el problema de sobrerregulación y burocracia es una de las cuestiones más críticas a la hora de invertir en España. De hecho, otorgan a esta cuestión una importancia similar a la que asignan a los impuestos, de modo que la presión normativa ya tiene una trascendencia comparable a la presión fiscal. Siete de cada diez empresarios consideran que la excesiva carga regulatoria afecta decisivamente a la inversión.
Los obstáculos para el mercado único en Europa tienen un impacto cercano al 3,5 por ciento del PIB en España, mientras que la ruptura del mercado nacional propiciada por la fragmentación normativa autonómica tiene un coste del 3,5 por ciento del PIB. En total, el coste de estos obstáculos para que las empresas puedan operar en la UE y dentro de España asciende a 90.000 millones de euros.
Además de deprimir la inversión, la sobrecarga normativa mina el emprendimiento. España está en el puesto 97 del último ranking del Banco Mundial dedicado a medir las facilidades para hacer negocios. En lo tocante a las licencias de obra y construcción, recalamos en el número 79 del ranking.
La normativa está disparada y duplicada en muchos casos con la autonómica, acumulando un volumen de texto legislativo que supone un coste del 3.5% del PIB: 90.000 millones de euros.
El manual del impuesto sobre la renta de la Agencia Tributaria alcanzó en 2023 1921 páginas, el IVA 360, el de Sociedades 796.
Por otra parte, las regulaciones verdes han crecido con casi 10,000 instancias de este tipo aprobadas entre 2000 y 2022.
El informe subraya que si continuamos con el actual ritmo de creación de normas España perderá 100.000 empleos en la próxima década debido a la acumulación de nuevos requisitos, restricciones y prohibiciones regulatorias.
De 1996 a 2022 se han aprobado 22.337 regulaciones de igualdad de género, más de un 80 por ciento de las cuales han sido impulsadas por los gobiernos autonómicos. Sin embargo, no se aprecia una correlación entre introducir más carga normativa en este ámbito y obtener mejores resultados en los indicadores de referencia dedicados a la cuestión de la igualdad hombre-mujer.
España tiene en vigor alrededor de 10.300 regulaciones laborales, de modo que el principal coste de empresa (la mano de obra) está también sujeto a cotas de hiperregulación que han contribuido a hacer de España el país con más paro de la Unión Europea, con tasas que duplican la media comunitaria. Las obligaciones tributarias no se quedan a la zaga, puesto que hay más de 200 modelos en vigor y las obligaciones de información son cada vez más extensas.
El nuevo Gran Hermano Turístico contemplado en el Real Decreto 933/2021, que introduce la obligación de recabar hasta dieciocho nuevos datos de los clientes de hoteles y pisos turísticos. ¡Cuidado con irte con la amante, el gobierno lo sabe todo!
Con todo esto, no es de extrañar que sigamos con unas de las mayores tasas de paro de Europa, y perdiendo poder adquisitivo constantemente.
No es la primera vez que denunciamos en este blog la asfixia del estado a las libertades personales y económicas, y me temo que no será la última.
Acabo con un llamamiento en el desierto: Señores políticos y legisladores: a los emprendedores no nos «ayuden» como a los ciudadanos de Valencia o La Palma, nos basta con que no nos asfixien con impuestos y ahoguen entre montañas de regulaciones.
El otro día hablaba con un viejo amigo, a quien hace años que no veía, sobre la sociedad post-covid. Una de las conclusiones que compartíamos es que cada vez más gente desconfía del sistema social.
Toda nuestra vida supimos que el sistema no era perfecto, ni mucho menos, pero al menos era bastante funcional. Si tenías un profesor esperabas que supiera más que tú y que la titulación fuera un ascensor social, si sufrías una riada esperabas que mandaran bomberos y militares, si había un ladrón esperabas que la policía le detuviera y los jueces le condenaran, si pagabas impuestos esperabas algún tipo de servicio público, si tenías un empleo esperabas que los jefes de la empresa la gestionaran prudentemente, etc.
Pero en las últimas décadas, todo occidente se ha convertido en una sociedad quebrada, sin confianza en las instituciones públicas o privadas, en los medios de comunicación, en las empresas, ni en el futuro y propio o de nuestros hijos.
No lo opinamos nosotros, lo dicen 33000 encuestados en 28 países, y los datos se publican en el informe Edelman. Ver la noticia de Libertad Digital aquí y puedes descargarte el informe aquí. Empecemos por un resumen:
Algunas ideas clave:
Hay una caída generalizada de la confianza en el sistema político, en las empresas, y en los medios de comunicación. Cada vez más personas creen que nos mienten conscientemente (+11 puntos desde 2021). El 61% tienen un alto nivel de agravio respecto a gobiernos y empresas.
La diferencia de confianza en el sistema entre los pobres y los ricos se amplía a 13 puntos (eran sólo 6 en 2012).
El 67% cree que los ricos pagan menos impuestos de los que deberían y un 65% que su egoísmo causa muchos de nuestros problemas
La mitad de los adultos jóvenes legitiman el activismo violento como medio para generar cambios.
El país donde más ha mejorado la confianza es Argentina, que experimenta un salto de 9 puntos en relación con los resultados de la anterior edición del informe. (Ver 1 año de Milei. ¿Cómo va Argentina?)
Sólo el 36% creen que la próxima generación será más próspera que ahora.
Todos los colectivos (razas, sexos, niveles de ingreso, etc.) tienen miedo de ser discriminados, lo cual resulta curioso. Y cuanto más agravio perciben, más probable es que tengan una mentalidad de suma cero (si otros ganan es porque yo pierdo) y más generalizada es la desconfianza hacia todo.
Sólo las empresas son percibidas como competentes y éticas. Los gobiernos y medios de comunicación como incompetentes e inmorales, y las ONGs como méramente éticas.
Se espera que las empresas y sus directivos intervengan en aspectos sociales y cuiden a sus stakeholders.
En concreto en España:
En términos generales, nuestro país obtiene una calificación de apenas 44 puntos en una escala que va de 0 a 100 y que mide el grado medio de confianza que tienen los ciudadanos en los gobiernos, las empresas, los medios y las asociaciones civiles.
En clave económica, resulta especialmente significativo que el grado de confianza en los negocios exhibido por los españoles sea tan bajo que nos relega al puesto 23 de una muestra de 28 países desarrollados y emergentes.
En la pregunta específicamente dedicada a medir la confianza en la empresa para la que se trabaja, los españoles aparecen en el antepenúltimo lugar de la tabla, con apenas 67 puntos sobre 100.
Solamente un 22% cree que la próxima generación vivirá en un país mejor.
El grado de confianza en el gobierno es de apenas 33 puntos sobre 100, el segundo resultado más bajo de los 28 países analizados.
España tiene el nivel de agravio percibido mayor de los países analizados, con un 72% de la población percibiéndolo como medio o alto.
La confianza en las empresas aquí es la 5ª menor de los países analizados. La confianza en el gobierno es la 2ª peor, con sólo un 33% que confían en él.
Estos datos son enormemente preocupantes porque indican una rotura masiva de la confianza que presagia la desintegración de una civilización. Y sin embargo no los verás destacados en ninguno de los grandes medios de infoxicación ni será tema de debate entre los políticos. ¿Por qué será?
Si sigues habitualmente el blog, sabrás que a veces mostramos este espíritu rebelde constructivo, con un punto libertario. Tal vez te interese algún post pasado:
Y sin embargo, quiero acabar en positivo. Con mi amigo el otro día decíamos que hay algo bueno en todo esto: cada vez más gente despierta. Quien despierta ya no se puede dormir de nuevo. De repente miramos a los titiriteros y no sólo a los títeres.
Y cuando eso pasa, aún hay posibilidad de reparar todo lo valioso que se ha roto en las últimas décadas, acabar con lo que no funciona y construir algo mejor.
Como una canción vale más que mil palabras, te dejo con una magistral canción de Vetusta Morla: «Golpe maestro». Escucha la letra que no tiene desperdicio, sobre todo el final.
Toda mi vida adulta he defendido abiertamente las ideas de la libertad en lo personal y en lo profesional, como explico en la página de nuestros valores. Por eso, desde hace un año, Argentina ha atraído mi curiosidad y mi esperanza.
Es un laboratorio experimental que lleva décadas mostrando qué pasa cuando las ideologías colectivistas aplastan al individuo con excusas bienintencionadas. Es un aviso para los países occidentales y sus gobiernos cada vez más intervencionistas. Y en el último año, una excepción y un ejemplo de cómo pasar de un país en quiebra a otro con aún muchos problemas, pero saneado y en franca mejoría.
Donde los políticos de uno u otro color han regulado, prohibido, intervenido, aumentado impuestos, etc., Milei ha llevado a cabo un programa impopular y duro, pero con unos resultados impresionantes. El economista Ramón Rallo analiza los principales resultados de este año, ya que no salen mucho en las noticias.
Además, aquí te dejo una entrevista, para que puedas hacerte tu propia opinión sobre la persona y el profesional, más allá del personaje histriónico que él mostró como político y del villano fascista y enloquecido que muestran la gran mayoría de los medios de infoxicación.
¡Un abrazo y los mejores deseos para nuestros hermanos argentinos! Cuando acabéis de recuperar el país, podéis mandarnos a Milei, que aquí hace mucha falta. 😉
Leer a los clásicos es algo para lo que parece que nunca hay tiempo. ¡Estamos todos tan ocupados! Pero Séneca opinaba que la vida no es corta ni nos falta tiempo, el problema es cómo lo usamos… o malgastamos.
Recientemente leí su libro «De la brevedad de la vida«, aprovechando viajes y momentos tontos en los que podría estar atontándome con redes sociales.
Hoy os lo recomiendo vivamente. Merece la pena el pequeño esfuerzo cognitivo de conversar con Séneca a través de dos milenios, darnos cuenta de lo poco que ha cambiado (y aprendido) el ser humano, y recuperar una sabiduría que está de plena actualidad.
Aunque yo lo he leído en papel, como regalo para los lectores del blog, aquí os dejo una página para descargaros las obras de Séneca.