Archivo por meses: noviembre 2016

¡Estoy muy liado!

Ultimamente esta es la expresión que más escucho en clientes, compañeros y amigos. «¡Estoy muy liado!» Yo lo escucho y me imagino algo así:

¿Ejemplos más reales? Tengo un amigo con quien hace un año que intentamos quedar, una amiga que trabaja unas 60 horas a la semana, clientes que me piden propuestas y tras varios meses nunca encuentran tiempo de verlas, otros que me cancelan cursos porque no tienen tiempo material de organizarlos, gente que aplaza las reuniones repetidamente, etc. Con cariño, les (nos) dedico este post.

Todo el mundo está a tope. Confieso que muchas veces yo mismo saco esa expresión. Y lo peor es que no es una excusa (bueno, a veces sí) 🙂 y la gente apenas puede formarse, pensar estrategias, innovar, cuidar las relaciones, o incluso tomarse un respiro.

El hecho es que en los últimos años, buscando la eficiencia o la mera supervivencia de las empresas, debido a la crisis, la presión fiscal, o por el motivo que sea, se ha recortado tanto la estructura que muchas veces hoy hay 3 personas haciendo el trabajo que antes hacían 5.

Por otra parte el ajuste realizado en la empresa privada no ha sido correspondido por el sector público (veanse los datos oficiales), pero este es otro debate.

Volviendo al tema, usar menos empleados para hacer lo mismo no suele ser porque la productividad individual haya crecido, sino por otros motivos:

  • Se está renunciando al largo plazo. El empresario o directivo ya no piensa en crecer en cinco años, sino a sobrevivir el siguiente o en dar las cifras que reclama el accionista. Las iniciativas que no tienen un impacto inmediato en la cuenta de resultados se despriorizan. Por ejemplo la inversión en formación en empresas cayó más de un 25% durante la crisis.
  • Mercado laboral disfuncional, con un exceso de oferta de trabajadores no diferenciales y una escasa demanda de trabajadores que no necesita cuidarles, ya que sabe que quienes tienen una silla se aferran a ella aunque sea incómoda.
  • Los recortes no tienen un coste inmediato, normalmente quienes quedan están compensando con una mayor dedicación e ingenio la carencia de recursos, eso sí, a costa de un fuerte desgaste personal y de transmitir el mensaje que el recorte ha sido bien hecho, porque se produce lo mismo con menos coste.
  • Miedo a invertir por los empresarios y directivos, debido a incertidumbres sociales, políticas y económicas, y a la competencia de otros países más atractivos para los negocios.

No obstante, siendo los factores externos los que son, también propongo una serie de aspectos internos para provocar la reflexión a quien se acostumbra a decir «estoy muy liado» o «no tengo tiempo»:

  • Si la empresa te obliga a estar cronicamente «tan liado» que es insoportable (no una circunstancia puntual), renegocia tu puesto, aumenta tus recursos, delega, pide ayuda, prioriza, o si no hay nada que hacer revisa si merece la pena seguir en esa empresa. Tal vez estoy tan liado que no tengo tiempo de desliarme.
  • Es una excusa estupenda para no tener que decir que no abiertamente, o para no tener que elegir conscientemente entre tus prioridades. Sin embargo, normalmente los demás adultos preferimos que nos digan que no, o que nos den otra alternativa a que nos tengan pendientes.
  • Quizás no me atrevo a «plantarme» y explicar a mi jefe que no se pueden conseguir resultados infinitos con recursos decrecientes, solo a base de voluntarismo. En tal caso quizás ésto valga como indirecta.

  • Tal vez hemos «comprado» la imagen de que alguien muy ocupado es muy importante o muy comprometido con su empresa. Quizás otros nos puedan percibir como ineficientes, incapaces de delegar o mal organizados.
  • Puede indicar una mala gestión del tiempo. Un conductor que conduce todo el tiempo al límite y con el motor en el la línea roja no es un buen conductor. Un directivo que nunca tiene tiempo para pensar y anticiparse al futuro no es un buen directivo.
  • Puede indicar un enganche a la adrenalina de ir siempre al límite, o a salvar el día a base de heroismo. Pero a largo plazo yo prefiero instaladores de sistemas anti-incendios eficientes que bomberos heróicos.
  • A lo mejor es el miedo a «si paro de pedalear me caigo» o «no voy al médico no sea que me diga algo malo». O sea, ahogar la reflexión incómoda en la actividad desenfrenada.
  • Cuidado con el desempoderamiento progresivo. Nunca se dice «me he liado» o «he priorizado de forma que no voy a llegar a eso». El sujeto de la frase (el causante de la situación) no es uno mismo, luego la solución tendría que venir de algo o alguien externo, no de cambiar algo uno mismo. Somos víctimas inocentes a cambio de renunciar a liderar nuestra vida.

En definitiva: ¿para qué nos sirve estar tan liados? (Sinceramente, ahora que nadie nos oye.) Cada uno de los que estamos «muy liados» tal vez podríamos pararnos a pensarlo, o si necesitamos ayuda en este sentido buscar un buen coach. Pero no lo haremos, justamente porque ¡estamos muy liados! 😉

¿Es el tiempo libre la mayor recompensa?

Desde hace siglos se parte del supuesto de que el dinero es el principal motivo por el que la gente trabaja para otros. 

Pero una vez cubiertas las necesidades básicas, ¿las personas cada vez valoran más su tiempo libre? ¿puede ser el tiempo libre un elemento motivador diferencial, especialmente con las nuevas generaciones?

Personalmente, tras trabajar muchos años en trabajos interesantes pero con horarios absurdos, uno de los factores que más valoro de ser mi propio jefe es la libertad de horarios y la compatibilidad con mi familia y aficiones.

Es cierto que no todos los puestos permiten medir la aportación de valor y por lo tanto retribuir según otros indicadores, pero también es cierto que la tradicional obsesión con el horario lleva a ineficiencias en el trabajo, desgaste personal, y presentismo (uno de nuestros temas favoritos, ya tratado también aquí o aquí).

En este sentido, en este artículo de Tino Fernández se apuntan varias fórmulas que no siempre serán aplicables (ni siquiera deseables), pero que merecen al menos una reflexión:

  • Dedicar un % del tiempo de trabajo a proyectos libremente elegidos por el empleado. Empresas como Google o 3M deben una gran parte de su capacidad de innovación a esta práctica.
  • Trabacaciones, que mezclan vacaciones y trabajo. Esto no lo acabo de entender, personalmente hay días que trabajo a tiempo parcial o incluso al lado de la piscina, pero al final no son realmente vacaciones porque no desconectas. En realidad sería más bien teletrabajo a tiempo parcial.
  • Me days o Me time (tiempo para mí), y que significa, literalmente, ofrecer días libres pagados, aparte del tiempo establecido para las vacaciones
  • Sabáticos para renovarse y reflexionar. Compañías como Adobe Systems brindan años sabáticos por cada lustro de permanencia en la empresa, y Boston Consulting Group otorga a los profesionales que llevan en la consultora a partir de cinco años un periodo de ocho semanas para reflexionar y rejuvenecerse.
  • Vacaciones ‘cuando quieras’. Richard Branson, fundador de Virgin, invita a sus empleados a cogerse todas las vacaciones que quieran sin tener que pedir permiso.
  • En Alemania varios sindicatos han conseguido que sus empresas (BMW o Volkswagen) reconozcan el derecho de los empleados a permanecer inaccesibles, por correo electrónico o teléfono móvil, fuera de su horario laboral, o a compensar esa disponibilidad con tiempo libre adicional.

Aunque algunos de estas ideas suenan algo utópicas en España, yo propondría una quizás más realista: días de vacaciones voluntarios no pagados, de manera que quien valore más el dinero pueda tenerlo, y quien valore más el tiempo libre también pueda tenerlo. Evidentemente habría que ver el encaje en nuestra rígida y paternalista legislación, y en la cultura y organización de nuestras empresas.

En conclusión, lo que atrae y motiva a los mejores profesionales ya no es sólo tiempo a cambio de dinero. De una u otra forma, las empresas deben tener cada vez más en cuenta la conciliación (incluso yo hablaría de armonización entre proyecto vital y profesional) como elemento de atracción y cuidado de sus personas.

Los sesgos cognitivos más frecuentes

Sorprendente artículo de Sergio Parra para que no te creas nada de lo que crees 😉

Llevamos esos sesgos en nuestro «sistema operativo» como mecanismos de adaptación, pero pueden nublar nuestro razonamiento y hacernos tomar malas decisiones. Si los conoces y eres más consciente de ellos podrás gestionarlos de forma más racional.

  • Sesgo modal: Pensar que los demás no tienen ni idea de lo que dicen y que nosotros cometemos menos errores o somos más hábiles en general. Un sketch de los Monty Python lo ridiculizaba así: «¡Todos estamos por encima de la media!»
  • Sesgo endogrupal: Estar de acuerdo con las personas que forman parte de nuestro grupo más cercano.
  • Sesgo jerárquico: Creer que el «jefe» sabe más o acierta más. Curiosamente, los pilotos y copilotos de avión lo llevan más o menos la mitad del tiempo cada uno, pero los pilotos tienen más del 80% de los accidentes.
  • Resultado de imagen de conformingEfecto bandwagon (subirse al carro): De forma inconsciente tendemos a estar de acuerdo con la masa, con las opiniones mayoritarias, aunque la evidencia nos informe de lo contrario.
  •  Sesgo sexista (no sólo presente en ellos, sino en la mayor negatividad de los pensamientos de ellas sobre sí mismas)
  • Sesgo de la tiranía de la actualidad: Se nos da muy mal demorar recompensas y obtener beneficios a largo plazo.
  • Sesgo de negatividad: Tendemos a prestar más atención a las malas noticias antes que a las buenas, incluso otorgamos más credibilidad a las noticias agoreras que a las optimistas.
  • Sesgo del status quo: Es la tendencia a rechazar lo nuevo y los cambios en general sobre lo ya establecido.

¡Hay muchos más! Seguramente crees que estos sesgos afectan a los demás, que tú eres inmune a estos sesgos (otro ejemplo de sesgo modal ;-). Sorpréndete con este experimento sobre la necesidad de conformar.

La gamificación crece un 18% (y nuestro Laboratorio de Dirección)

Oportuno artículo en que se defienden los planteamientos lúdicos como medio de aprendizaje, o dicho de forma que venda más, la gamificación. No es la primera vez que hablamos de esta tendencia.

Aparte de que al artículo le falta el punto crítico que nos gusta, y que todo el mundo cuenta lo bonito pero no lo difícil, nos quedamos con las siguientes ideas:

  • Metodologías como las simulaciones, los videojuegos, los ‘role plays’ o los juegos de mesa se han consolidado en las empresas Top Employers en España. De hecho, el uso de la gamificación en formación ha aumentado un 18% (del 63% de compañías certificadas que la tenían implantada en 2015 al 81% de este año).
  • Los juegos se están consolidando incluso como forma de evaluar las competencias y destrezas de los líderes, con un incremento del 25% de las empresas certificadas que los usan con este objetivo (del 43% de 2015 al 68% actual).
  • La gamificación aumenta el atractivo de los procesos de aprendizaje, la diversión, la motivación, la capacidad de retener conceptos y la adquisición de habilidades. Lo que hicimos como niños, aprender jugando, también es posible cuando somos adultos, experimentando, corrigiendo y repitiendo lo adquirido hasta interiorizarlo. Es un enfoque muy efectivo que ayuda a mejorar la aplicabilidad de la formación recibida en el puesto de trabajo.

Aunque en la mayor parte de los casos la gamificación se aplica a conocimientos de riesgos laborales, procesos internos, etc. también se ha intentado aplicar a las habilidades directivas, con resultados discutibles en algunos casos. Es un tema apasionante pero difícil que alguna vez nos planteamos desarrollar, pero que retomaremos en el futuro.

Desde ReviTalent llevamos haciendo «gamificación» antes de que a alguien se le ocurriera la etiqueta, por eficacia, no por moda. Ya sean actividades outdoor de alto impacto, actividades en sala, role plays, juegos de mesa, etc.

Como ejemplo nuestro «Laboratorio de Directivos«, una herramienta muy potente para trabajar visión de empresa, estrategia y habilidades directivas aplicadas en un entorno exigente y realista, en el que la única diferencia entre los resultados de unos y otros son sus decisiones y comportamientos.

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¿Las personas depresivas ven el mundo como es en realidad?

Resultado de imagen de pesimistaCurioso y bien fundamentado artículo de Pablo Malo con una idea inquietante: El realismo depresivo. ¿Quizás las personas depresivas tienen una visión más realista de las cosas que las «normales»? ¿Nos engañamos sistemáticamente con un optimismo infundado? ¿La especie humana ha sido seleccionada por la evolución por sus ilusiones y sesgos optimistas acerca de la realidad?

Algunas ideas:

  • El 84% de los pacientes tetrapléjicos considera que su vida es como la media, o por encima de la media
  • El 80% de los hombres americanos considera que se encuentra en la mitad superior (por encima de la media, 50%) en cuanto a habilidades sociales…lógicamente las cuentas no salen…
  • Se suele decir que los depresivos Resultado de imagen de pesimistadistorsionan el pasado y que es inútil preguntarles por el mismo porque todo lo recuerdan más negro y negativo de lo
    que fue. Pues bien, en un experimento se les puso a los sujetos unas pruebas de manera que acertaban 20 veces y fallaban otras 20, y luego se les preguntaba qué tal
    lo habían hecho. Los depresivos eran fiables, te decían por ejemplo, que habían acertado 21 y 19 mal…¡era la gente normal la que distorsionaba la realidad!, te podían decir que había hecho 12 mal y 28 bien.
  • El sesgo optimista es el fenómeno por el que cuando se trata de predecir lo que nos ocurrirá mañana, la semana que viene, o dentro de 50 años, sobreestimamos la probabilidad de sucesos positivos y subestimamos la probabilidad de sucesos negativos. Por ejemplo, subestimamos la probabilidad de divorciarnos, sufrir un accidente o un cáncer, y sobreestimamos nuestras posibilidades de éxito laboral o nuestra longevidad.

¿Es mejor ser optimista o pesimista?Resultado de imagen de pesimista

  • Parece demostrado que ser optimista, aparte de hacerte ligar más, te hace vivir más años y con mejor salud. Tal vez si nos diéramos cuenta de lo despiadado y duro que es el mundo, y de nuestra mortalidad e insignificancia, no podríamos afrontarlo.
  • Por otra parte un optimismo infundado puede llevar a alejarse demasiado de la realidad y tomar decisiones temerarias.
  • Mi conclusión es que seguramente tanto el optimismo como el pesimismo tengan su función, y quizás merece la pena conocer nuestros sesgos inconscientes para elegir conscientemente cuándo es más oportuna cada actitud.

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El camino de los líderes

En los últimos meses venimos haciendo un diagnóstico y repensamiento del desarrollo de líderes (vease «¿Por qué la formación en liderazgo no funciona en tu empresa?«).

Escuchando las aportaciones de clientes y amigos, hemos generado el único y radical programa de liderazgo y habilidades con:

  • Éxito garantizado
  • Entrenador personal
  • Tarifa plana

Abierta la convocatoria multiempresa para Enero. Si tienes curiosidad hablemos sin compromiso.

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