La IA no sólo afectará a los trabajos tecnológicos, sino a todos los campos de actividad. ¿Qué necesitamos saber los profesionales de RRHH sobre IA? ¿Cómo afectará al mundo del trabajo? ¿Los trabajos intelectuales (y los trabajadores) serán sustituidos por máquinas? ¿Cuándo despertará Skynet? 😉
Desde luego, la IA supondrá un gran impacto en el mundo del trabajo. A partir del informe de perspectivas de CEOE y KPMG, este vídeo de «No sólo IA» analiza cómo la IA puede ser una oportunidad para quien sepa aprovecharla. Algunas ideas clave:
La productividad se reduce en España, al contrario que otros países, y el absentismo laboral se sigue incrementando
La mayoría de empresas se plantean aumentar su plantilla, pero tienen dificultades para encontrar ciertos puestos
La IA podría aumentar significativamente nuestra productividad y competitividad, colectiva e individualmente
Además, según el Foro Económico Mundial, se estima que debido a la IA, para el 2025 se destruirán 85 millones de puestos de trabajo y se crearán 97 millones. Los trabajos manuales y algunos intelectuales serán reemplazados por máquinas, pero los robots necesitarán especialistas para hacerlos funcionar adecuadamente.
Pero esto de la IA es la última gran moda, y ya hemos pasado unas cuantas que supuestamente iban a ser revolucionarias. Quienes nos dedicamos a las empresas y las personas, sin ser expertos técnicos, queremos distinguir el grano de la paja, y entender cómo afectará a la gestión y desarrollo de personas.
Para ello, en los próximos meses iniciaremos un grupo de trabajo o mesa redonda al respecto con varios directivos y profesionales de RRHH. Compartiremos perspectivas y experiencias entre todos para obtener conclusiones prácticas. Si te interesa participar, ponte en contacto con nosotros en info@revitalent.com
Te dejo tres vídeos interesantes para actualizarnos.
Un vídeo introductorio:
Un vídeo bastante práctico:
La Inteligencia Artificial en Recursos Humanos. Nuevas herramientas gratuitas:
¿Alguna vez has empezado una actividad o disciplina pero la has dejado a medias, frustrado por tu falta de talento? Mucha gente atribuye el éxito (o su ausencia) al «talento». Y esta creencia es uno de los bloqueos más limitantes que encuentro en mis clientes. Hoy vamos a intentar hackearlo con un ejemplo real.
El Estepario Siberiano es uno de los baterías más espectaculares que he visto. Además de su técnica, tiene mucho éxito, con millones de seguidores y visitas. Y su entrevista con Jordi Wild me parece reveladora y muy interesante para abrir el debate sobre el talento.
Su fórmula para la excelencia es simple: practica al menos 8h al día durante 8 años, enfócate en lo que te gusta, orienta el resto de tu vida en función de lo que realmente quieres y hazlo lo mejor posible. Esto es aplicable a cualquier habilidad humana, no sólo a la música.
Una cosa que explico a mis alumnos del master de coaching es la diferencia entre talento, habilidad, y negocio. La mayoría de personas (incluso profesionales de RRHH) confunde estos conceptos:
El talento es una facilidad natural excepcional, una predisposición, temperamento o capacidad innata que te permite aprender más rápido o mejor que la mayoría. Por ejemplo, mi hijo tiene una facilidad natural para aprender cualquier deporte, aunque la mayoría no los haga muy bien porque no los ha practicado.
La habilidad es la realización excelente, eficaz, experta y sobresaliente de algo complejo, integrando de forma coordinada, inconsciente y aparentemente fácil y fluida, muchas pequeñas acciones, cada una de las cuales es sencilla por separado. Por ejemplo mi hijo juega al fútbol muy bien y en concreto sabe tirar faltas con rosca, fuerza y colocación, tras varios años de entrenamientos y competiciones, aunque no tiene el nivel de habilidad de un profesional.
El negocio es algo que te permite ganar dinero de forma abundante y sostenible en todos los sentidos a largo plazo. Para ganarte la vida con algo, tener talento y habilidad son necesarios, pero no suficientes. Además hace falta suerte, atrevimiento, oportunidad, equipo, entorno favorable y otro montón de cosas.
Si no distinguimos y trabajamos por separado estos tres elementos, no podremos conseguir nuestros objetivos. Por eso, cuando trabajo con mis clientes en temas de reorientación profesional, una de las primeras cosas que hacemos es identificar talentos, habilidades actuales o necesarias, y posibles negocios y fuentes de ingresos. Hay diferentes ejercicios y herramientas para identificar y generar estas respuestas, no es tan fácil como preguntarlo directamente. Una vez clarificados posibles talentos, habilidades y negocios, podemos desarrollar un plan y empezar a trabajar en el camino hacia ese estilo de vida deseado.
Como decía Séneca: «No hay viento favorable para quien ignora su rumbo.» Y como decía el proverbio: «El camino más largo empieza por un pequeño paso.»
El otro día me contactaron por linkedin con un estudiado mensaje para caer simpáticos, y me hicieron una propuesta aparentemente irresistible: aumentar mis ingresos hasta más de 100.000€ mensuales aportándome nuevos clientes. Y les mandé a la mierda con buenas palabras. ¿Por qué? ¿Acaso me sobra el dinero?
La perspectiva del cliente
Hace 15 años, cuando estaba en el otro lado de la mesa, en RRHH de una gran empresa, recuerdo la pesadez de recibir llamadas y visitas de comerciales indeseados. Cada día tal vez recibía unos 20 contactos por uno u otro medio. Nada sorprendente: en consultoría de RRHH hay muchas empresas con equipos comerciales profesionales y, las que no, dedican muchos recursos y tiempo de los consultores y socios a tareas comerciales.
Evidentemente, como cliente yo tenía que filtrar mucho y sólo dedicaba 1h a la semana a recibir a algunos. De los que recibía, el 90% no me escuchaban ni me aportaban ningún valor, sólo querían colocar producto. Como vendedores de elixires milagrosos, de enciclopedias, de coches de tercera mano o testigos de Jehová.
Me recordaban a esta escena divertida y chocante de Cadillac Man. 🙂
Por otra parte, cuando alguien vende basura con malas artes es porque alguien se la compra. Los clientes que toleran y recompensan estas tácticas por acción u omisión (por ejemplo comprando la última moda sin valorar si hay algo detrás) también son cómplices.
La perspectiva del proveedor
En los años posteriores, desde el lado del proveedor, observo que la situación no sólo no ha mejorado sino que empeora. Siempre es difícil conseguir la atención de un cliente, aunque sea alguien conocido y a quien puedes aportar valor.
Es normal; hay relativamente pocos clientes, todo el mundo está muy liado y hay mucha gente ofreciendo servicios etiquetados como la última moda, sin separar el grano de la paja. Hace ya tiempo que el teléfono, las visitas o el email están quemados, a base de saturación del canal.
Lo que mejor funciona son las relaciones personales y las recomendaciones. Y por supuesto, la base es tener buen producto y tratar bien al cliente. Pero incluso así, siempre es difícil modular la proactividad y la comunicación legítima con clientes, sin pasarse ni quedarse corto.
Vendemotos profesionales e IA para saturar el mercado
Pero en los últimos tiempos ha surgido otro elemento dañino: la automatización de la prospección y la captación masiva de posibles clientes. Hay empresas y profesionales dedicados exclusivamente a abrir mercado y conseguir posibles clientes a comisión, aunque no hagan una tarea comercial de aportación de valor y asesoramiento, ni tengan experiencia, conocimientos ni un equipo sólido para realizar lo que venden. Para esto último, ofrecen sus servicios como intermediarios a empresas y autónomos necesitados, prometiendo unas ventas estratosféricas.
Antes, esta gente antes estaba limitada por su propio tiempo y recursos. Pero con la utilización de herramientas de IA, están también saturando canales como linkedin o las redes sociales, y vacunando a los clientes contra cualquier otro contacto legítimo. Ya no es fácil distinguir cuándo les contacta un humano con la voluntad y capacidad de aportar valor o cuándo es una máquina programada para generar leads.
Estos vendedores a toda costa también han imitado, sobreexplotado y quemado el enfoque indirecto de invitar a posibles clientes a eventos y actividades, perjudicando a quienes sí tratamos de aportar experiencias valiosas sin un ánimo de lucro inmediato. O se mimetizan como expertos y líderes de opinión, presumiendo de méritos imposibles y dando vergüenza ajena. El resultado es un ecosistema en el cual el ruido de estos charlatanes profesionales ofusca la conversación honesta y el establecimiento de relaciones enriquecedoras entre clientes y proveedores.
Por suerte, no soy el único en opinar así. Tengo la suerte de compartir ideas con varios grupos con directivos y profesionales de RRHH que se quejan en privado de esta tendencia, se burlan de los que se impostan como «influencers de RRHH», y aborrecen esta presión comercial que satura todos los canales y les hace perder tiempo.
En representación de los buenos profesionales desde ambas perspectivas, empresas y proveedores, aquí compartimos una pequeña entrevista con Gonzalo Lumbreras y Alfonso Bris.
Llamamiento a las relaciones y conversaciones que aportan valor
En nombre de quienes tratamos de aportar valor a la gestión de personas, quiero hacer una advertencia y petición a clientes y proveedores en el mercado de los RRHH para que no se dejen engañar por estos vendemotos. No les premiemos con nuestra atención, tiempo o dinero. No les ignoremos discretamente, sino digámosles que molestan y que así no les vamos a comprar nada. No dejemos que abusen de nuestra buena fe o cortesía. Y en cuanto a nosotros, proveedores, menos cantidad y más calidad: dejemos de lado los objetivos de ventas y centrémonos en la satisfacción del cliente. En definitiva, promovamos las aproximaciones relacionales auténticas para aportar valor en la gestión de personas.
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No sé si será por la mediana edad, por las circunstancias socioeconómicas de España, por la plandemia o por algún otro motivo, pero en los últimos años veo a mi alrededor un montón de gente desilusionada y desganada. Gente que va sobreviviendo, sin grandes aspiraciones, sin ilusiones, capeando un temporal que nunca acaba, sin atreverse a fijar un rumbo e izar las velas.
Pero mucho mejor que una sesuda descripción, una sonrisa ácida, gracias al humor (gracias, Paco).
Es cierto que no todo el mundo es así, y que todos nos hemos sentido deprimidos o decepcionados en algún momento, lo cual es natural (al final del post te vinculo algunos posts relacionados).
Pero mi teoría es que hay un sentimiento colectivo de desánimo en nuestra sociedad. No me refiero a situaciones puntuales o individuales. Ni siquiera a un colectivo concreto. Me refiero a una tendencia generalizada y preocupante: mucha gente ya no aspira a mejorar, sino que se conforma con una mediocridad relativamente cómoda.
Algunos ejemplos:
Los adolescentes van desganados a un instituto que detestan, se conforman con un iphone y unas zapatillas, y se esfuerzan lo justo para que les vayan pasando de curso
Los jóvenes se conforman con un pisito compartido, tinder, emborracharse con los amigos, un viaje una vez al año; un puesto de funcionario; videojuegos o porno; y si no quieren o no pueden permitirse familia, un perro
Los maduros van tirando con una pareja con la que soportarse, unas vacaciones en la playa dos semanas al año, comer unas raciones el fin de semana, pagar la hipoteca y netflix
Los ancianos con que les suban la pensión un importe ridículo, un viaje del Imserso y listas de espera eternas en la sanidad.
Hay muchos factores para esta respuesta psicológica. Estamos confundidos y adoctrinados por los medios de «infoxicación», deformados por el sistema «educativo», entretenidos por placeres banales, asustados de crisis internacionales y amenazas planetarias, hartos de recibir castigos arbitrarios, y atontados con la vieja técnica de «pan y circo» para que no pensemos en abordar los problemas de fondo, ya sean individuales o colectivos.
Así, la sociedad está anestesiada (como en «Un mundo feliz») y dominada (como en «1984»). Ya no tenemos ilusión, sino que aceptamos la mediocridad y nos volvemos pasivos y mansos. Renunciamos a ser protagonistas de nuestras vidas, y aceptamos ser tristes comparsas en una obra de teatro protagonizada por otros, sin expectativa de poder hacer un cambio significativo. Podríamos hablar de una indefensión aprendida colectiva.
Un problema más profundo
Aunque nos lo tomemos con humor, el asunto es muy serio y sistémico. Nuestra sociedad está haciéndose cada vez más disfuncional. Por mencionar tres indicadores significativos:
Todos los años hay miles de suicidios, especialmente de hombres (aunque se oculte el problema porque no conviene políticamente).
El consumo de ansiolíticos y antidepresivos bate records. Por no hablar de las drogas legales e ilegales.
Con todo el malestar y desmotivación generalizado, no es raro que la gente tenga menos proyectos de familia. Cuál es la causa y cual es el efecto sería otra discusión compleja. El hecho es que nuestra cultura y sociedad está en proceso de extinción demográfica.
Después de tan deprimente diagnóstico, tenemos dos opciones: podemos caer en la desesperación, la insensibilización o el nihilismo, o bien podemos despertarnos de la pesadilla y empezar a cambiar las cosas.
¿Soluciones?
¿Cuál es la respuesta? Ya me gustaría que hubiera una receta sencilla o una píldora que resolviera los problemas sociales y personales. La realidad es más complicada. Sin tener una varita mágica, al menos sugiero algunas ideas:
Empieza por tí mismo. Desintoxícate de televisión y redes sociales. Disfruta de los buenos pequeños momentos y organiza proactivamente momentazos. Exige mucho a la vida (como explicaba en este artículo). Define qué es éxito para tí y sé ambicioso al respecto. Renueva tu mobiliario o tu armario. Haz las cosas que realmente te motivan. Retoma tus aficiones, o empieza una nueva. Cambia de trabajo, sitio, pareja o lo que sea que te genera cierta comodidad insatisfactoria. Encuentra o define tu Ikigai. Si estás bloqueado, busca apoyo de amigos o profesionales, pero no esperes que sean otros quienes arreglen tus problemas. Y sobre todo, sé tu mejor versión y pon en orden tu vida antes de arreglar el mundo.
En tu entorno, familia y trabajo, fomenta los elementos motivadores principales: sentido y avance. Define o consensua un propósito compartido, y ayuda a que las personas se enfrenten y superen sus retos. Recupera estilos de vida equilibrados y en armonía con nuestra naturaleza y hazlos compatibles con el trabajo moderno. Ejemplifica y explica valores como la libertad, la excelencia, la responsabilidad, etc.
A nivel colectivo, despierta y levanta la voz. No seas la «rana hervida» a fuego lento. Date cuenta de que hay algo muy podrido en nuestra sociedad (pista: no son los ciudadanos). No aceptes la autocensura de la corrección política. Busca medios de comunicación alternativos para informarte. No votes a los partidos políticos que nos depredan. Júntate con gente que merezca la pena. Sé parte del cambio que quieres en el mundo.
Para acabar en positivo, también recomiendo la música como medio para levantar el ánimo.
Más cosas que pensar
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