En ReviTalent somos firmes partidarios del deporte y la aventura como catalizadores del aprendizaje de habilidades aplicables en la empresa. Por eso nuestro eslogan «la aventura del liderazgo». También somos partidarios de compartir cervezas y conversaciones con gente interesante. 😉
Así que esta semana no podía perderme la presentación en directo y con público de su libro Team! sobre rugby y valores en la empresa, con Juan Tinoco, Jaime Nava y otros amigos. Ha sido una performance sorprendente y un auténtico éxito en todos los sentidos.
Hace unos meses ya había comentado la publicación del libro y el acuerdo de colaboración con Juan y Jaime para conferencias sobre deporte y valores, y actividades experienciales como el rugby de empresa, Haka, etc. Aquí tienes el post con más información, vídeos y detalles: Rugby y valores. Libro Team! y colaboración con Jaime Nava.
Si quieres tener equipos de alto rendimiento que compartan valores, y quieres incluir o personalizar alguno de estos elementos en una experiencia memorable para tu empresa, no dudes en preguntarnos en info@revitalent.com
A customer and friend of mine recently asked me to review his onboarding policies.
Employee’s life cycle
In the employee’s life cycle, onboarding is one of the most critical and fragile moments. Depending on wether we do it right or not, we can either have a happy and productive employee a.s.a.p. or lose him from the beginning and restart the hiring process in a few months, wasting everybody’s time and resources.
One of my suggestions was: you don’t just have to establish a good procedure from HR and document it, first and foremost you need your managers to buy in the importance (for themselves, for the new employee and for the company) of a good onboarding.
The key for any HR policy is always the managers who have to implement it. They need to want it, otherwise they’ll do the bare minimum to comply and keep «doing their work» (as if their work was not about managing people).
So here’s some of the «ammunition» we’ve compiled in order to prove the point. I hope it is also useful for our readers.
The other day I was facilitating a typical conflict management workshop and it was ok, but later I thought that we were missing something: we still fail to understand how and why humans deal with conflict in a very different way than other primates.
Why don’t we use violence or sex as our main conflict management tools, like our hairy cousins? What does violence against tyrants has to do with our species? Why do we have a lot less intragroup or reactive violence but are able to organice armies to fight against other tribes? Are we in fact domesticated animals? What does it have to do with our body shape and our culture?
Dr. Wrangham’s presentation explores how, and why, humans differ from other species, focusing on our use of moralistic aggression to enforce norms.
If you are interested in this issue, and especifically how it affects leadership of human groups, here’s some more food for thought:
Otra entrevista de nuestra serie con expertos en liderazgo, personas y empresas.
En esta ocasión hablamos de iniciativas y claves de éxito en la gestión del talento en grandes organizaciones, como por ejemplo el «día de la carrera».
Ricardo Rodríguez, directivo de RRHH en Saint Gobain, nos comentará su experiencia y recomendaciones al respecto.
Durante siglos, los individuos confiaban en las instituciones para cumplir una serie de funciones que permitían la existencia de sociedades muy imperfectas y criticables pero estables y funcionales.
La iglesia nos daba una cosmovisión, guía moral, creencias, sentido a las dudas existenciales, sentido de pertenencia y comunidad
Los medios de comunicación nos informaban de la «realidad», guiaban nuestra mirada y nos permitían interpretar y saber qué pensar
El sistema educativo divulgaba y creaban el conocimiento y la ciencia, y formaban a los ciudadanos para que pudieran integrarse, ser productivos y progresar socialmente
Las leyes, fuerzas del orden y jueces nos defendían de ataques externos o internos, protegían a los débiles frente a los violentos, y mantenían el orden público
Los gobiernos se ocupaban de garantizar las libertades y derechos básicos y proveían los bienes públicos
Los bancos centrales y comerciales guardaban y gestionaban el dinero de forma segura
Las empresas daban un medio de vida y una seguridad y estabilidad profesional y personal a sus empleados, y proveían los bienes y servicios que necesitaban sus clientes
En resumen, si hacías lo que te decían las autoridades, te iba más o menos bien a niveles personal, profesional y social.
Sin embargo, las diversas crisis que se solapan, están poniendo de manifiesto una crisis de confianza cada vez mayor en las instituciones. Los jóvenes, con su mirada limpia, lo ven con más claridad.
No se creen la información de las autoridades sanitarias, no ven sentido a estudiar carreras y masters que les llevan al paro, desconfían de la información (o censura) de los medios de comunicación, no se sienten protegidas frente a delincuentes, okupas o inmigrantes, se dejan la vida en empresas que les explotan a cambio de un salario modesto que cada vez permite comprar menos cosas y pagar más impuestos, mientras se endeudan con los bancos para toda su vida para comprar una vivienda peor que la de sus padres, sin tiempo ni dinero para criar adecuadamente a sus hijos, etc. Podríamos poner mil ejemplos y argumentos que demuestran cómo ya no podemos fiarnos de las instituciones.
La escena de Matrix en la que Morfeo habla con Neo ya tiene unos años pero me sigue pareciendo brillante.
Nuestros gobiernos, autoridades sanitarias y religiosas, fuerzas de seguridad y ejércitos, universidades, medios de comunicación tradicionales y digitales, empresas, etc. se están mostrando no sólo caras de mantener sino ineficaces para las funciones que les delegamos los ciudadanos. Incluso en muchas ocasiones contraproducentes, ya que perjudican aquello que dicen defender. Lo que a la gente que sigue confiando en el sistema es que no es que falle una institución en concreto, es que falla todo el sistema.
“We now live in a nation where doctors destroy health, lawyers destroy justice, universities destroy knowledge, governments destroy freedom, the press destroys information, religion destroys morals, and our banks destroy the economy.” Chris Hedges
El motivo es que han sido «capturadas» por sus dirigentes o grupos de presión organizados, para conseguir objetivos particulares (poder, dinero, privilegios…) a costa de los que se supone que aportaban a la sociedad.
El resultado es que cada vez hay más gente que no se siente integrada en el sistema o considera que lo que le quita es más que lo que le aporta. De hecho ya hay más suicidios que accidentes de tráfico, crecen las enfermedades mentales, consumo de ansiolíticos, etc. y eso es un claro síntoma de un sistema profundamente enfermo. No es de extrañar. ¿Qué les dejamos a las próximas y actuales generaciones, aparte de deuda, desempleo, inseguridad, y una vida peor que la de sus padres? Eso sí, dándoles todas las comodidades materiales, sobreprotegiéndoles y anestesiándoles.
A este respecto, me parece brillante el análisis de Bret y Heather Weinstein sobre las instituciones capturadas y disfuncionales. Está en inglés pero realmente merece la pena. Nos comentarán: ¿Qué es la captura o corrupción de las instituciones? ¿Qué instituciones están afectadas o no son funcionales desde su punto de vista?
Por cierto, como las grandes empresas tecnológicas se han arrogado el poder de censurar lo que consideran oportuno arbitrariamente, también tienes esta otra opción para verlo en Odysee, otra plataforma de vídeos sin censura pasada ni futura:
Vale, pues una vez tomada la pastilla roja… ¿Qué hacer cuándo te das cuenta de vivimos en Matrix? Todavía más cuando tienes hijos, trabajo, bienes, etc. No todos podemos ser Neo y aprender a volar. ¿Cómo dejar de ser esclavo del sistema sin esclavizar a otros? ¿Es posible salirse de este sistema o no? ¿Se puede cambiar desde dentro o desde fuera? ¿Hay subsistemas (empresas, familias, partes de instituciones) que siguen siendo funcionales y con las que merece la pena colaborar o mejorarlas? ¿Cómo quedarse con la parte útil de las instituciones y cuándo buscar otras alternativas por tu cuenta?
Personalmente, ya que no tiene sentido retirarme a una cueva en la montaña, he conseguido trabajar sólo con / para organizaciones que considero útiles y positivas, no depender sólo de una fuente de ingresos, producto o cliente, aportar servicios de alto valor a clientes que los valoran, endeudarme lo mínimo, tener una buena calidad de vida sin un alto nivel de gasto… y sobre todo, sentir que cuando desarrollo personas y organizaciones estoy cambiando una pequeña parte de ese sistema para mejor.
También hay varias tendencias interesantes que pueden suponer grietas a explorar en nuestro Matrix: trabajar con otros en vez de para otros, diversificar tu empleabilidad, fuentes de ingresos y habilidades en vez de depender de un empleador, manejar criptomonedas y bancos digitales, tecnologías descentralizadas como blockchain, DEFI y p2p, buscar fuentes de información alternativas y complementarias, cambiarse de país, ser nómada digital y prestar tus servicios sin ligarte a un territorio, buscar fuentes de información alternativas, minimizar tu consumismo, hacerte energéticamente independiente, invertir en activos diversificados y no fácilmente expropiables, invertir en conocimiento y habilidades valiosas y ligadas a tu persona, etc.
¿De verdad necesitamos todos ir a terapia o nos iría mejor si pudiésemos librarnos de todas esas personas, trabajos y situaciones que nos amargan la vida?
Esta semana me ha hecho gracia un provocador artículo de Héctor G. Barnés en El Confidencial.
A mi por lo menos me ha resultado estimulante, aunque en un grupo de psicólogos con los que tengo relación la reacción ha sido bastante negativa. Y tú… ¿Qué opinas?
Algunas ideas:
Últimamente ha habido casos notorios de problemas psicológicos en famosos que han abierto el debate sobre cuestiones que solían ser tabú. Por ejemplo los casos de la cantante Pastora Soler o de la gimnasta Simone Biles. Estos casos han permitido visibilizar y normalizar los problemas psicológicos y su tratamiento, lo cual es muy necesario en una sociedad cada vez más desequilibrada.
En la vida es tan importante saber lo que necesitamos como, aún mejor, lo que no necesitamos. Todo el mundo te va a intentar convencer de que lo suyo es lo que te falta para estar completo. Los propios psicólogos insisten en que es necesario saber cuándo es necesaria la terapia y qué no, qué podemos esperar de ella y qué no. Pero estamos acostumbrándonos a mirarnos a nosotros mismos como el origen y el final de todos los problemas, tras la renuncia al exterior. El mundo es muy difícil de cambiar, pero, a lo mejor, por 50 euros la sesión nos podemos mejorar un poco. La terrible realidad objetiva va a seguir igual, pero lo que sí está en nuestra mano es alterar nuestra reacción frente a ella. Ser resilientes ante la basura.
No nos damos cuenta, pero la mayoría de personas nos enfrentamos a diario con el gran dilema del siglo XXI: ¿estamos deprimidos de verdad o lo que nos pasa es que tenemos que convivir cada día con estúpidos, egocéntricos y egoístas, sobrevivir en trabajos que dan más angustia que satisfacción y atrapados por unas necesidades de vivienda, ocio y costumbres monótonas y alienantes? A lo mejor no necesitamos un psicólogo, necesitamos menos gilipollas en nuestra vida.
La terapia es también algo más que añadir a la larga lista de cosas que tenemos que hacer todos los días para sentirnos bien. Practicar deporte, comer bien, descansar muchas horas, leer, desconectar, pasear, disfrutar de la familia y, sobre todo, no estar estresado. ¡Pero cómo no voy a estar estresado con todas las cosas que tengo que hacer, imagina si, además, tengo que ir al psicólogo! Pasamos la mitad del día sufriendo y, la otra mitad, intentando aliviar ese sufrimiento para poder volver a sufrir cuando suena la alarma.
Está muy bien normalizar y acudir si es necesario al psicólogo. Pero, cuando las tasas de depresión y suicidio no paran de crecer, a lo mejor el problema no está sólo en la gestión psicológica de los problemas de la vida.
Existe el riesgo de renunciar a buscar respuestas a los problemas estructurales, que intentemos acabar con ellos alterando nuestra percepción subjetiva de los mismos.
Lo que sí le funciona a la mayoría es mandar a la mierda todo aquello que le está amargando: es maravilloso el efecto que puede ocasionar, por ejemplo, dejar un trabajo que te roba la energía.
Por algún motivo me ha venido a la mente una película muy divertida que te recomiendo si no has visto: Horrible bosses.
Volviendo al artículo, en mi opinión el autor desconoce o menosprecia el potencial de la psicología para ayudar a tomar decisiones reales, identificar problemas reales, y tener impacto real en el entorno y relaciones de las personas. Hace un brochazo gordo y sesgado sobre algo tan amplio y complejo como la ciencia y la práctica de la psicología.
Por otra parte, es cierto que muchos enfoques terapéuticos y personas se centran exclusivamente en la gestión interna de la persona, sin ser capaces de generar cambios eficaces respecto a los factores que causan malestar.
También podemos preguntarnos si al diseñar nuestras organizaciones y sociedades estamos generando entornos sanos para el ser humano o permitiendo la existencia de problemas reales y estructurales que afectan a las personas psicológicamente. Por ejemplo unas condiciones de trabajo estresantes o una tasa de desempleo enorme.
Creo que estas críticas también merece consideración. O por lo menos yo he tenido clientes de coaching rebotados de psicólogos con los que hablaban mucho y conseguían poco, y cuya principal inquietud tenía que ver con resolver problemas reales en sus vidas. Una vez resueltos estos problemas, el estado mental mejoraba automáticamente.
También es cierto que hay personas que siempre van a encontrar las realidades o percepciones que les lleven a sentirse mal, y ahí es imprescindible el trabajo interno de la persona.
Sea como sea, recomiendo leer el artículo original y completo aquí. Y luego, como siempre, sacar las propias conclusiones.