Ni gratitud, ni meditación, ni ejercicio: las estrategias de felicidad más populares no tienen solidez científica

Para quienes tenemos el humanismo como valor y estamos convencidos de que el bienestar humano es importante, el buenismo bienintencionado pero acientífico no nos hace ningún favor. Por eso me parece interesante este artículo en El Español, escrito por Marcos Dominguez, en el que se desmonta la apariencia de base científica de algunas de las principales técnicas que supuestamente favorecen la felicidad.

Algunas ideas:

  • El intento de la psicología de superar la llamada ‘crisis de replicación‘ ha dejado cinco cadáveres: los de las cinco estrategias más populares para aumentar la felicidad. Un estudio que acaba de publicarse en una revista del grupo Nature advierte que ninguna de ellas está apuntalada por la suficiente evidencia científica.
  • En este nuevo estudio, llevado a cabo por Dunigan Folk y Elizabeth Dunn, del departamento de Psicología de la Universidad de la Columbia Británica, en Vancouver, tomaron un objeto con un amplio número de estudios, como la felicidad, y analizaron cuánto de lo publicado era metodológicamente relevante.
  • Primero eligieron las cinco estrategias más populares para aumentar la felicidad que hubieran aparecido en los medios de comunicación. Fueron cinco: el ejercicio diario de la gratitud, la meditación o mindfulness, los paseos en el campo, la actividad física y el contacto social.
  • De 1.035 estudios relevantes, solo hallaron 57 que tuvieran las características que buscaban: que hubieran sido pre-registrados, que tuvieran suficiente potencia estadística o ambas. De hecho, solo hallaron dos estudios sobre gratitud que cumplieran ambos requisitos, otros dos que evaluaban las interacciones sociales pero ninguno en el caso de la meditación, la actividad física y la exposición a la naturaleza.
  • El 95% de los experimentos de tres de ellas -ejercicio físico, exposición a la naturaleza y meditación- carecen del suficiente potencial para solventar sesgos asociados al tamaño de la muestra
  • En el análisis de la gratitud y la sociabilidad hay una evidencia algo mayor sobre sus beneficios, al menos en el corto plazo, pero no se libran de la sospecha de un sesgo de publicación, es decir, que solo se den a conocer los resultados positivos.

Ojo, que no significa que estas técnicas no ayuden o que sean malas, simplemente que los datos no son estadísticamente significativos como para probar que tengan un efecto duradero en la felicidad de las personas. Lo cual tampoco debería sorprendernos, ya que incluso quienes sufren una invalidez física permanente, tras un periodo de depresión, tienden a percibir la misma felicidad que antes.

En definitiva, la felicidad sigue siendo un estado emocional efímero, inasible y muchas veces desconectado con aquellas cosas que supuestamente nos la aportan.

Mientras los científicos se aclaran al respecto, por mi parte trataré de incluir en mi vida las más y mejores experiencias y situaciones felices (o sea, «momentazos«) y disminuir las cosas y personas que me hacen infeliz. No sólo durante el verano, sino también el resto del año.

Personalmente, jugar con mis hijos y pareja, ir en moto, navegar, esquiar, y a menudo trabajar en las cosas que me interesan son actividades que me hacen feliz.

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