De niños inteligentes a adultos atontados

El otro día comentaba con un compañero lo inteligentes que suelen ser los niños, y cómo nos estropeamos cuando somos adultos,  salvo honrosas excepciones.

(Inteligencia entendida como su capacidad de aprendizaje y adaptación a nuevos entornos, no como acumulación de conocimiento o técnicas ni como capacidad cognitiva en bruto.)

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También comentábamos cómo en las diferentes empresas y profesiones encuentras gente cortada con un mismo patrón; con creencias, hábitos, perfiles, formas de pensar y de actuar muy marcadas, con una homogeneidad interna sorprendente que no corresponde con la heterogeneidad natural y riqueza de talentos del ser humano.

Esta conversación suscitaba varios interrogantes incómodos sobre el desarrollo del talento en la escuela y en las organizaciones. Curiosamente hay muchos puntos de conexión:

  • ¿Es natural (o siquiera rentable) que muchas personas tengan el mismo puesto, hagan las mismas funciones y no aprendan nada relevante en 10 años en una empresa? (Y que muchas de ellas no quieran tampoco hacer nada nuevo.)
  • ¿Cómo es que nos pagan para formar a adultos en «creatividad» cuando todos los niños son creativos y curiosos espontaneamente? ¿Qué ha hecho el sistema educativo y laboral para de-formarnos?Resultado de imagen de niño adulto
  • ¿Por qué seguimos aprendiendo las capitales de los países pero no algunas habilidades básicas para el éxito y felicidad del ser humano como asertividad, gestión de conflictos, trabajo en equipo, presencia, hablar en público, negociación, etc.?
  • ¿Por qué mis hijos hacen preguntas inteligentísimas sobre el ser humano, las organizaciones, y el universo y muchos de los adultos con los que trabajo jamas se preguntan nada en medio de la batalla de dar respuesta al día a día?
  • ¿Por qué en el sistema educativo siguen enseñándo a los niños a memorizar contenidos en vez de a aprender a aprender?
  • ¿Cómo es que siguen metiendo a 30 niños en un aula y les dan «café para todos«, ignorando los distintos ritmos, preferencias sensoriales, estilos de aprendizaje, etc. de los niños? ¿Y en la formación de empresa?Resultado de imagen de foto escuela antigua
  • ¿Cómo es que en la empresa el aprendizaje se reduce a unos cursos de capacitación o meramente a explicar las tareas a realizar sin ninguna orientación didáctica?
  • ¿Por qué cuando mi hijo de 8 años recoge firmas entre sus compañeros para cambiar la cuidadora del comedor la dirección del colegio se lo toma como un reto a la autoridad en vez de reconocer su liderazgo y pensamiento crítico, y canalizarlo de forma constructiva? ¿Por qué en la mayoría de empresas el dócil que no piensa está bien visto mientras que el crítico constructivo es aplastado?Resultado de imagen de another brick in the wall
  • ¿Por qué en muchas organizaciones entra gente joven con ganas de hacer grandes cosas y sale carne picada, adultos sin ilusión que afirman trabajar solo por dinero (y por lo tanto se sienten prostituidos)?
  • ¿Por qué muchas organizaciones y personas esperan a tener crisis en lugar de escuchar las voces críticas que podrían haber evitado el desastre? ¿Por qué insisten en los mismos errores en lugar de aprender de ellos? ¿Dónde están las famosas «organizaciones inteligentes»?

Pero la queja sin propuesta no sirve de nada. Si queremos otro modelo más humanista de educación, de empresa, de sociedad… ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros en nuestro entorno para fomentar la curiosidad, la creatividad, el aprendizaje constante, el pensamiento crítico, conceptual y analítico, la adquisición de habilidades sociales, etc. con nuestros hijos, colaboradores, y personas sobre las que influimos?

Para terminar, os recomiendo esta fantástica conferencia de Ken Robinson, y también este provocador post anterior.

 

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