Encontré en fb y luego en el blog de balcón40 una buena metáfora muy aplicable en la empresa y la política, e incluso en nuestras vidas personales: la teoría del caballo muerto.

Esta teoría parece ser que se basa en un dicho de los indios de Dakota, quienes aparentemente decían que “cuando descubres que estás montando un caballo muerto, la mejor estrategia es desmontar”.
Parece obvio, ¿verdad? pues no debe serlo tanto, porque es bastante común continuar invirtiendo tiempo, recursos y esfuerzos en un proyecto improductivo o definitivamente fallido. En vez de abandonarlo, muchas veces las organizaciones y personas implementan estrategias destinadas a intentar revivir al caballo muerto, como por ejemplo:
- Comprar un látigo más fuerte, o una nueva silla de montar, para ver si el caballo muerto resucita (mejora sus resultados) si le doy con látigo más fuerte (y más caro)
- Cambiar los jinetes, o sea, asignar a alguien nuevo a una tarea ya fallida
- Nombrar un comité para estudiar al caballo, o lo que es lo mismo, gastar tiempo y recursos en ver qué es lo que va mal sin llegar a tomar ninguna acción.
- Relajar las normas o los requisitos de las prestaciones esperadas de los caballos, o revisitar el concepto de muerto, de manera que se puedan incluir a los caballos muertos en dichas normas y así pasen más desapercibidos.
- Reclasificar los caballos muertos como seres vivos discapacitados, o con cualquier otro eufemismo para no reconocer que el pobre caballo ha fallecido.
- Atar varios caballos muertos juntos para ver si así aumentan la velocidad. O como decía un antiguo jefe mío, es cuando el más feo y la más fea de la clase van juntos al baile de graduación. Está bien ir, pero la relación va a tener poco futuro.
- Mejorar la alimentación del caballo para ver si así el caballo muerto corre más o lo que es lo mismo, proporcionar financiación adicional y/o formación para mejorar el desempeño del proyecto.
- Declarar que como un caballo muerto no necesita ser alimentado, cuesta menos y por consiguiente contribuye a mejorar los resultados de la empresa.
- Re-escribir el rendimiento esperado, para que el del caballo muerto sea aceptable.
- Ascender al caballo muerto a un puesto de responsabilidad y contratar a otro caballo para hacer el trabajo.

Muchos años después que los indios de Dakota, Peter Drucker, el guru del management, dijo más o menos lo mismo pero con otras palabras: «No hay nada tan inútil como hacer eficientemente lo que no debería hacerse en absoluto.» O sea, está muy bien buscar eficiencias, pero es inútil y contraproducente hacer eficientes las tareas incorrectas.
Es un problema común en muchas organizaciones la reticencia a abandonar proyectos muertos. Sucede por varios motivos:
- Es la idea del gran jefe y nadie se atreve a declararla finalmente inútil
- Hay demasiados compromisos adquiridos con anterioridad y nos empeñamos en hacerla funcionar como sea (lo que en economía se llama coste hundido)
- Fue una idea de éxito en un principio pero cuyo momento ha pasado, y sin embargo seguimos trabajando en ello casi por inercia.
- Cada persona sabe que el caballo está muerto pero nadie se atreve a discrepar con el grupo (pensamiento grupal)
- Tenemos un apego emocional con el caballo y nos duele demasiado siquiera considerar que está muerto
- Disonancia cognitiva: Ante la discrepancia entre lo que vemos y lo que creemos, descartamos lo que vemos para no tener que cambiar nuestras creencias
Esto también es aplicable también en el ámbito personal. Cuantas veces tenemos la sensación de que estamos en un fin de ciclo, que ya hemos hecho todo lo que había que hacer en el proyecto y que de ahí no se puede sacar más. O con una pareja con la que llevamos tiempo intentando de todo.
En esas situaciones, lo mejor es abrazar el cambio, innovar y estar dispuestos a desmontar el caballo y buscar otro camino a seguir. Lo difícil normalmente es reconocer que el caballo que montamos ha fallecido, porque era nuestro caballo, le teníamos cariño, dedicamos en el pasado mucho esfuerzo a alimentarlo y verlo crecer, pero hay que asumir que todo llega a su fin y que lo mejor es bajarse de él.
Y esto no sólo es aplicable para ti mismo, sino que es importante entenderlo para facilitar la gestión del cambio. Aunque tú estés intentando librarte del cadáver apestoso del caballo, en tu empresa seguro que hay personas que siguen apegadas a él. No sirve de mucho forzarles si no empiezan por entender que su querido caballo está muerto. En lugar de vencer esa resistencia al cambio, empieza por desactivarla haciéndoles tomar conciencia de que su caballo está muerto.
Acabo con una pregunta retadora y una reflexión:
- ¿Qué caballos muertos has montado en el pasado? ¿Hay alguno al que sigues apegado en el presente?
- ¿Qué caballos muertos tienen otras personas que para ti resultan evidentes? ¿Cómo ayudarles a reconocerlo sin generar resistencia?
- Si tienes dudas al respecto, tal vez te ayude lo que me dijo una vez una amiga: lo más difícil no es tomar una decisión, sino darte cuenta de que en el fondo ya has tomado tu decisión.