El «Leonardo» español

El desconocimiento y desaprovechamiento del talento en España

Una anécdota personal: El otro día me sorprendió que mi hijo de 13 años hiciera un comentario sobre «Quevedo«. Pero, como el sagaz lector imaginará, al rato me di cuenta de que no pensábamos en la misma persona. ¿El rapero o el literato? ¡Si Quevedo levantara la cabeza y escuchara a su homónimo…!

En realidad, no es raro en una cultura que presenta como modelos de éxito a influencers, tertulianos, famosos, personal shoppers, raperos, youtubers, y en cambio desprecia o maltrata a emprendedores, científicos, médicos, etc.

¿Quevedo rapero o Quevedo literato del siglo de oro?

Que España ha despreciado tradicionalmente el talento no es una novedad. Desde la nobleza medieval que se vanagloriaba de no trabajar, pasando por la mentalidad de «que inventen ellos», hasta numerosos casos actuales de amigos y familiares que ejemplifican la emigración de decenas de miles de nuestros científicos y profesionales más cualificados, parece que no hemos aprendido que la acumulación de capital humano es una de las claves del éxito de cualquier empresa y sociedad a largo plazo.

Leonardo Torres y Quevedo (1917), por Joaquín Sorolla, en la Hispanic Society of AmericaNueva York.

No estamos escasos de talento… habitualmente desaprovechado. Podría hacer una lista interminable de excelsos pensadores, científicos, literatos, artistas, exploradores, inventores, etc. Pero la mayoría apenas son conocidos, ni vivos ni muertos.

Por ejemplo, si nos preguntaran por un polímata, inventor, científico, ingeniero… adelantado a su tiempo y llamado «Leonardo», todos responderíamos que se trata de nuestro admirado «Da Vinci».

Torres Quevedo: El Leonardo español

Pero hoy quiero homenajear al polímata Leonardo Torres Quevedo, otro genio más cercano y desconocido.

Torres junto a un modelo de su dirigible, en 1913.

Nacido a mediados del siglo XIX en Cantabria, tuvo una carrera brillante como ingeniero de caminos, industrial y aeronáutico, pedagogo, matemático, promotor del Esperanto e inventor de múltiples avances de los que luego otros sacarían partido.

Legó a la humanidad el primer funicular para personas (aún en uso en las Cataratas del Niágara), el mando a distancia, los barcos teledirigidos, máquinas de cálculo electro-mecánico y de escribir, el primer juego de ordenador analógico, el puntero láser, atisbó la inteligencia artificial, etc. No llegó más lejos por falta de financiación y apoyo para realizar sus ideas.

El Spanish Aerocar, que atraviesa las Cataratas del Niágara. Concebido por Torres Quevedo, se inauguró en 1916 y aún hoy en día presta servicio.

Para conocer más, recomiendo este artículo en El Liberal o este en wikipedia.

Y para aterrizar este artículo en lo que nos concierne directamente en este blog (el desarrollo de personas en empresas), me pregunto:

  • ¿Cuánta gente brillante conoces con una carrera profesional muy por debajo de su potencial?
  • ¿Cuántos fracasan ya en el sistema educativo, tan igualitario hacia la mediocridad y frustrante para los más inteligentes pero menos adaptables?
  • ¿Cuántos genios tenemos desaprovechados en nuestras organizaciones, sometidos a entornos, políticas, procesos, reglas y jefes que limitan su creatividad?
  • ¿Cuánto nos está costando no gestionar sistemática y activamente el talento? ¿Cuál es el coste vs. beneficio de detectar, atraer, desarrollar, apoyar y dejar florecer a los miles de «Leonardos» ocultos?
  • ¿Los programas corporativos de detección y desarrollo de «altos potenciales» funcionan bien o son otra iniciativa bien intencionada con escasos resultados?

¡Buena suerte para mis amigos y clientes que gestionan posibles «Leonardos»!

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