Hacia una sociedad cándida

Hoy me parecía oportuna una columna de opinión, aunque la conexión con el desarrollo de personas sea indirecta. Así que aprovecho el demoledor artículo del profesor , a quien un alumno suspenso le reclamaba el tiempo perdido estudiando la asignatura. El otro día me comentaban varios profesores de universidad que no parece ser un caso aislado. Los alumnos cada vez esperan más facilidades y toleran menos la frustración. Pero esos alumnos de hoy son los profesionales que tendremos que gestionar mañana en las empresas.

Hace tiempo que no leía un análisis tan certero de la sociedad sobreprotegida, infantil, voluntarista, impulsiva, inmadura, malcriada, blandengue, narcisista, desnortada, etc. que estamos haciendo entre todos. Esa sociedad en que los «derechos» son infinitos y las responsabilidades siempre son ajenas.Imagen relacionada

Hablamos especialmente de las nuevas generaciones pero en absoluto es un fenómeno exclusivo suyo ni generalizado.

Me refiero tanto a mi sobrina que monta un pollo si sus padres no le compran un i-phone último modelo (tras perder o romper varios en el último año) como a los jubilados que exigen mantener su poder adquisitivo a costa de endeudar a mis hijos. O al jefe que siempre quiere todo «para ayer» pero dando menos recursos. O al sistema judicial que protege más al delincuente que a la víctima, o a quien pone su emoción por encima de la ley al criticar ese sistema, o a quienes (movidos por una buena intención) nos exigen un notario sexual para garantizar el consentimiento previo (pero  solo de la mujer) convirtiendo a todo hombre en un violador salvo que se demuestre lo contrario. O a quienes prefieren la imposición de manos a la quimioterapia, a quienes trollean en las redes sociales protegidos por el anonimato y la distancia, o a quienes aspiran a salir en «gran hermano» mejor que labrarse una carrera profesional. O a quienes creen que la vuelta al nacionalismo excluyente es el remedio a todos los males.

¿Nos estamos volviendo tontos en occidente? ¿Quizás tenemos los dirigentes que merecemos? ¿Cómo llamar a este fenómeno? Bienvenidos a la «candidez».

Algunos extractos:

«Para que cuestiones como la estructura de las familias, el comportamiento alimentario, la nacionalidad, la elección de los estudios, la ideología política, el deseo sexual -y muchas más- se recoloquen ahora en una escala voluntarista emocional, radicalmente individualista, habrán hecho falta varios factores.» Resultado de imagen de trump caricatura

«Y el principal es una sociedad opulenta en donde los determinantes materiales que la estructuran quedan ocultos en un segundo plano tras una abundancia que parece brotar per se y constituir la naturaleza misma autosustentada de las cosas. Una vez que hemos ocultado su mecanismo refrigerante, la persona cándida cree que es el hielo el que mantiene frío al frigorífico. Como quien no conociendo la experiencia del hambre creyera que el organismo no necesita alimentarse y la comida existe sólo para el disfrute del gusto, el cándido no ve más allá de voluntades y emociones en todo lo que le rodea, y, en su adanismo, piensa que el mundo se reinventa caprichosamente desde cero cada día, así como él percibe que se reinventan de forma aleatoria sus voluntades y emociones.»

«Pero no bastará con esto. Para que la candidez se convierta en la forma de estar en el mundo de nuestro tiempo van a hacer falta también la ciudad moderna y la publicidad. Ambos factores reman a favor de una potenciación del ámbito de lo íntimo y lo privado, completamente solidaria con el individualismo infantil propio de la candidez.

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«Y, por último, va a hacer falta la publicidad. Más que a partir de las guerras mundiales, más que a partir de la caída del muro de Berlín o del sida, nuestra sociedad cambió radicalmente a partir de que Edward Bernays entendiera que el marketing de los productos debía reorientarse desde las necesidades a los deseos. Las necesidades son finitas y saciables, pero los deseos son infinitos e insaciables, especialmente si los deseos son de vanidad, narcisismo, identidad, triunfo personal y social.«

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«Pues bien, sumergido 24/7 en la ciudad y en publicidad desde el nacimiento, el cándido se ha creído que el mundo existe sólo para él y que sólo una injusticia podría privarle de disfrutarlo por completo. El mundo existe sólo para él, y en él el cándido podrá ser lo que desee, sin ningún límite, movido por un voluntarismo que funciona como criterio de verdad. ¿Quién se atreverá a negar a un joven que es un gato si él manifiesta su sentimiento de que lo es? Ser gato es acto de voluntad; no está materialmente determinado.»

«Particularmente, dos asuntos serían merecedores de textos igual o más largos que éste: la potenciación de la candidez a través de las redes sociales actuales, y el arsenal comercial, terapéutico, ideológico del que la sociedad se ha provisto para acudir en ayuda de las averías de la candidez. Quizá en el futuro The Conversation España nos dé ocasión para escribirlos. A mí me encantaría hacerlo y exijo cándidamente que la plataforma satisfaga mi voluntad y no arruine mis ilusiones

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Por suerte, el humor políticamente incorrecto de Monty Python nunca falla.

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Para acabar, una frase genial que escuché hace tiempo: «El diccionario es el único sitio donde el éxito viene antes que el trabajo.«

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