Nuestro lenguaje… ¿describe el mundo o condiciona nuestra visión del mismo?

Interesantísimo artículo de Alejandro Gamero en La piedra de Sísifo. Recomiendo leer el original aquí.

Partiendo del ejemplo de la película «Arrival / La llegada» desarrolla el concepto de que el lenguaje no sólo expresa realidades, sino que condiciona nuestra manera de pensar y actuar.

Interpretando el lenguajeEn esta historia, los humanos no consiguen comunicarse con los extraterrestres porque nosotros pensamos en el tiempo como algo lineal mientras que ellos tienen un pensamiento circular. (Aprovecho para recomendar la película, una excelente de ciencia ficción como ya no se hacen, en las que la idea, la historia y los personajes priman sobre los efectos especiales.)

Sin ir tan un extremo tan hipotético, también se explora cómo el que unos idiomas tengan subjuntivo o no, el que pongan más énfasis en el sujeto o en el verbo, etc. determinan la interpretación de las historias y la importancia que se da a los distintos elementos de información.

Resultado de imagen de malentendidoSegún la hipótesis de Sapir-Whorf, existe una cierta relación entre la gramática del lenguaje que una persona habla y la forma en que la persona entiende y conceptualiza el mundo; el lenguaje no es solo un instrumento para para expresar y reproducir ideas, sino que forma en sí mismo esas ideas. En una formulación más suave cabría decir que la manera en que los individuos denominan o describen situaciones influye en la manera en que se comportan ante esas situaciones.

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Slobin ha llevado a cabo varios estudios con hablantes nativos de inglés, turco y español para analizar los efectos de la gramática a la hora de narrar eventos. Llegó a la conclusión de que existía una correlación entre la lengua hablada y algunos aspectos destacados en la narración: los hablantes de español tendían a destacar más el tiempo, los de inglés la dirección espacial y los de turco los protagonistas de la escena.

Resultado de imagen de esquimales vocabularioTambién se comenta, critica y defiende el famoso estudio del antropólogo Franz Boas para explicar que los esquimales vivían tan íntimamente con la nieve del Ártico que habían desarrollado muchos más términos para describirla que las personas de otras culturas. «Nosotros tenemos la misma palabra para la nieve que cae, la que está en el suelo, la que es dura como el hielo, la blanda, la que lleva el viento, independientemente de la situación», escribe Whorf en 1940, pero «para un esquimal una palabra que incluyera todos los tipos de nieve sería impensable. El tiene una palabra para la que cae, la blanda, y así sucesivamente, como si fueran cosas diferentes». Así, se utiliza ‘tlamo’ para hablar de la nieve que cae en forma de grandes copos, ‘tlaslo’ a la que cae lentamente y ‘kripya’ a la que se derrite para luego congelarse, por ejemplo. Los lingüistas han terminado hallando hasta 40 términos distintos en el vocabulario de los esquimales siberianos, mientras que los ‘inuit’ canadienses tienen, al menos, 53 formas de nombrar a la nieve.(Si tienes curiosidad puedes leer más aquí.)

Pasando de la perspectiva del lingüista a la del coach, la pregunta más interesante no es ¿por qué tienen tantas palabras?, sino ¿para qué tienen tantas palabras?, es decir, ¿para qué les sirve distinguir tantos matices? Y la pregunta del psicólogo sería ¿cómo afecta eso a las estructuras mentales del humano, y por lo tanto a su percepción del mundo y a sus acciones?

Y bajando a nuestra realidad ¿qué dice nuestro lenguaje de nosotros cuando decimos algo? Si yo digo que algo «es imposible» o que las mujeres son malas», si utilizo insultos, si digo que voy a «intentar» algo… ¿qué digo en realidad sobre mi mismo?

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Además, ten en cuenta que al ser humano lo que más le gusta es tener razón, muy por encima de tener éxito. Por lo tanto en el momento que enuncio una frase, y me escucho a mí mismo, me estoy autoprogramando para hacerla realidad. El humano prefiere decir «¿Viste cómo fracasamos? ¡Ya te lo había dicho!» en vez de «Tengo que admitir que hemos tenido éxito a pesar de mis creencias previas.» Esto nos lleva a la «profecía autocumplida».

Así pues, el viejo dicho «eres dueño de tus silencios, y esclavo de tus palabras» cobra nuevos significados.

Mi recomendación: vigila y cuida tus palabras, por dos razones: dicen mucho de tí y además te autoprograman.

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