Padres al borde de un ataque de nervios: queríamos teletrabajo, no esclavitud

Ya he tenido varias conversaciones con clientes y compañeros en los que el teletrabajo ha tenido un impacto negativo en su vida y jornada laboral (a pesar de que bien llevado debería mejorar el bienestar y la eficiencia para empresas y trabajadores): Jornadas de 16h, concatenación de videoconferencias, sin límites a la disponibilidad horaria, haciendo de profesores y cuidadores de niños al mismo tiempo, etc.

Teletrabajo en tiempos de coronavirus: ¿Deben pagar las empresas ...

Son ya dos meses encerrados en casa con los hijos y muchos no pueden más. Hay que trabajar, hacer de profesor a los hijos, luego entretenerles y mientras tanto cocinar y hacer las tareas del hogar. Todo a trompicones. Para muchos, un ejercicio de paciencia infinita guiar a los niños con los deberes y no estallar cuando interrumpen 10 veces la jornada laboral. Por no hablar de quienes están obligados a salir de casa para trabajar. En las conversaciones entre padres y madres, no se habla de otra cosa: ¿cómo lo llevas?, ¿cuándo terminará todo esto?

Al respecto, he encontrado (gracias Lourdes) este excelente y muy oportuno artículo de David Brunat en El Confidencial, que recomiendo leer entero. Algunas ideas:

  • Septiembre es la fecha límite para volver a la normalidad familiar y laboral. Los padres, porque caerían por el precipicio del ataque de ansiedad o porque directamente tendrían que abandonar su empleo. Las empresas, porque no quieren seguir por más tiempo con un caos absoluto en sus plantillas debido a que los centros educativos están cerrados.
  • Todos queríamos flexibilidad laboral, avanzar en el teletrabajo, pero no de esta manera. “Nos han hecho subir el Everest sin pasar por el campo base. De un 8% de teletrabajo hemos pasado al 70-80%. Eso no lo hacían ni los ‘top’ del teletrabajo, ni Canadá, ni Dinamarca ni nadie. Y ahí subiendo el Everest vemos que uno va en chanclas, el otro va sin forma física, y a mitad del camino, con la cima todavía muy lejos, es normal que la gente se desespere”, explica Roberto Martínez, director de Fundación Másfamilia, una entidad que lleva 17 años abogando por la conciliación.
  • “El concepto de flexibilidad no es una píldora que puedes tomarte cada ocho horas. Hay varios ingredientes para que esto funcione. Sin eso tienes una chapuza del trece”, prosigue Martínez. “Primer ingrediente: confianza en el empleado. Allí donde no la hay esto se convierte en una bomba de relojería. El jefe te llama a las 8.30h con cualquier pretexto para ver si te has levantado y tú te cabreas… Segundo: orientación logro-resultados. Que el trabajo esté definido con objetivos anuales y trimestrales, que la gente sepa qué tiene que hacer y a partir de ahí tu labor como jefe no es estar todo el día encima de la gente, sino organizar reuniones para hacer un seguimiento y saber dirigir a distancia. Es un proceso que va de arriba hacia abajo. Si al trabajador un día se le da peor porque el niño se pone enfermo sabe que los resultados son trimestrales, tú te organizas y si hace falta te acuestas ese día un poco más tarde o recuperas en otro momento”.
  • La IV Encuesta Funcas sobre el coronavirus es demoledora: solo un 34% de los trabajadores querría seguir teletrabajando una vez termine esta crisis. La razón principal es el alargamiento de las jornadas laborales, más de dos horas extra de media. Hemos empezado a teletrabajar sin preparación y lo estamos pagando muy caro.
  • Muchas madres y padres están obligados a salir a trabajar cada día, y en las próximas semanas las empresas empezarán a exigir a sus empleados que ahora están en casa ir regresando a sus puestos. La única alternativa es dejar a los niños solos y estamos levantando la voz por la gravedad de esta situación. Hay madres que tendrán que pedir reducción de jornada o directamente abandonar el mercado laboral.
  • Terminar de trabajar a las 19:00 o 20:00 para pasar dos o tres horas con los niños por la noche tampoco era un modelo saludable. Hay que romper con el presencialismo y repensar las jornadas laborales.
  • Los colegios nos han transferido a los padres la laboral de educación. Los profesores se limitan a decirnos qué contenidos hay que seguir mediante fichas, vídeos o libros. Y los padres tienen que explicarlo, resolver dudas, corregir los ejercicios, y enviarlos al profesor. Y no todo el mundo está capacitado o tiene el tiempo.
  • ¡mi jefe me llama a las ocho de la mañana! ¡Me ponen un correo a las siete de la tarde!’. Y no hablamos nunca de la otra parte. ‘Me he pasado dos horas en el Carrefour mientras tenía que trabajar, o 40 minutos en un chat de antiguos compañeros de la facultad y nadie se va a enterar’. La realidad es que hoy atenderás a un cliente a las ocho de la tarde pero mañana irás a las 12 a la tutoría del niño. Hay que verlo en el contexto global, y, cuando estás orientado a logros, las cosas funcionan mucho mejor que orientado a la tarea. Eso en España lo llevamos muy mal”.

En definitiva, una vez más tenemos que hacer cambios mal y tarde, obligados por las circunstancias; una versión deformada de lo que algunos llevamos años defendiendo: la racionalización de la jornada y la presencia en el puesto de trabajo, para ser más eficientes y también disfrutar más de nuestra vida.

Cómo aplicar efectivamente el teletrabajo en una organización en ...

Esta entrada fue publicada en Artículos, Empresa y economía, Organización del talento. Guarda el enlace permanente.