Las temibles cenas y eventos de empresa (con mucho humor)

El peligro de asistir a comidas, cenas y eventos corporativos

Se aproxima el momento del año en el que se intenta generar buen ambiente y cohesión en casi todas las empresas, pero que es tan deseado como temido, tanto por sus organizadores como por los empleados. La cena y/o evento corporativo puede convertirse en una pesadilla. Por ejemplo:

  • ¿Te ha tocado alguna vez aguantar al pesado de tu jefe sentado a tu lado hablando de trabajo mientras tus colegas se mueren de risa en otra mesa? ¿O que el presidente de la empresa se meta más coca que Maradona, se venga arriba en la pista de baile como Donald Trump y dé el cante en un Karaoke con la misma afinación que Enrique Iglesias?
  • Tras la barra libre, ¿has destruido tu reputación y tu carrera cantando o bailando con más atrevimiento que arte, vomitando en medio de la sala, tratando de ligar con compañeras casadas (con o sin éxito, no sé qué es peor), o poniendo a parir a los jefes en público?
  • ¿Has tenido que ir a primera hora al día siguiente a un cliente aún oliendo a alcohol, hablando como Joaquín Sabina, con la misma ropa del día anterior y sin dormir? ¿O has desaparecido y nadie (ni tu pareja en casa ni tus compañeros en el trabajo) te localiza en ninguna parte, y no apareces hasta las 13h con una excusa inverosímil?
  • ¿Has tenido que organizar la cena, cesta de Navidad, y/o el evento corporativo de fin de año entre el caos, las peticiones y requisitos incoherentes, a última hora, y con la seguridad de que te lloverán las críticas hagas lo que hagas?

Personalmente, yo he visto a mis compañeros eso y mucho más, no como yo, que siempre me he comportado impecablemente. No diré nombres, no sea que me saquen también mis trapos sucios. 😉 Mejor tomemos la situación con humor, como lo hace Alex Clavero, el francotiraRock.

Si eres asistente a uno de estos saraos y mi pides algunos consejos prudentes y eficaces, lamento defraudarte, pero aquí y aquí sí hay buenas recomendaciones. En cualquier caso, no va a servir de mucho porque, cuando te hayas bebido hasta el agua de los floreros, tampoco te vas a acordar de ellos.

El peligro de organizar comidas, reuniones y eventos de empresa a final de año

Si además de asistir, tenemos que organizar cena, evento corporativo, reunión, conferencia y/o teambuilding para nuestra empresa, la situación puede ser aún mucho peor. No obstante, cada año tengo clientes y amigos que no escarmientan y lo intentan, inasequibles al desaliento.

Poseidos por el fraternal espíritu navideño, se empeñan en tratar de conseguir en un día el buen ambiente, la cohesión entre personas y departamentos, la comunicación estratégica, y la motivación que no han conseguido en todo el año.

A menudo la ocurrencia es de la alta dirección, quien unos días antes se da cuenta de que hay unas horas disponibles antes de comidas y bebidas, y le suelta el marrón a alguien de comunicación interna o recursos humanos a quien han visto con cara de estar poco ocupado, y quien de todas formas no aporta ventas ni producción así que no pasa nada porque haga algo útil una vez al año. Llamémosle Aladino, para proteger su anonimato.

Nuestro pobre incauto, tras recitar aquello de «en mi vida me he visto en tal aprieto» y tan desesperado como para confiar en el dudoso criterio de compañeros y proveedores, nos pregunta algo parecido a: «¿Qué podemos hacer antes de la comida de Navidad, para 200 o 400 personas pero muy participativo, para levantarles la moral después de un ERE y de 5 años de contención salarial, que sea muy formativo, geoestratégico y a la vez lúdico, motivador y ameno, en una hora y con presupuesto ajustado?«

En un acto de empatía y piedad hacia nuestro «Aladino», le respondo que la actuación más razonable y honorable sería suicidarse tras ametrallar a todos sus jefes o, alternativamente, hacerse monje de clausura, o huir a alguna remota isla tropical a vender collares a los turistas. Pero por algún extraño motivo estas sensatas opciones no suelen ser aceptadas.

En el improbable caso de que «Aladino» siga pidiéndome sugerencias, lo siguiente que hago es clarificar que en ReviTalent nos dedicamos a desarrollar líderes y transformar organizaciones, no a montar festejos. Para nosotros las experiencias y eventos están muy bien, siempre que tengan una intención didáctica o transformadora. Si sólo se busca entretenimiento tal vez podemos recomendar a otro proveedor o colaborador, pero no organizamos eventos meramente lúdicos o etílicos.

Una vez clarificado todo esto, y si mi amigo está tan desesperado como para seguir escuchando, podemos proponer ideas como:

  • Una conferencia o taller previa a la comida o cena, basada en nuestras historias inspiradoras, hablando de temáticas históricas, empresariales y/o aventureras con sus protagonistas. Por ejemplo hablando de las montañas más bellas con Ramón Portilla, del liderazgo de Shackleton, Magallanes, Rommel, etc. O buscando un conferenciante ad-hoc.
  • Team building con un fuerte componente experiencial y lúdico, y pocas pero importantes conclusiones. Por ejemplo, cocinando en equipo, escalando montañas y rocódromos, construyendo helicópteros de madera, o con actividades indoor aptas para gente con corbata que luego irá a la comida de Navidad.
  • También podemos proponer talleres experienciales o eventos con Inés la Maga, un performance con Jaime Nava y Juan Tinoco para hablar de Rugby y valores, y otras muchas opciones.

En fin, que opciones no faltan, no te voy a aburrir con más auto-publicidad. Si te ves en este entuerto y quieres saber más de alguna de estas opciones, ya sabes dónde preguntar.

Una vez tomada la decisión, es cuando empieza el trabajo realmente estresante para nuestro amigo responsable culpable del evento. Tiene que comunicar internamente lo que se va a hacer, afrontar críticas destructivas, coordinarse con otros departamentos y empleados que le están echando una mano (¿al cuello?) con la organización, también con consultores, organizadores de eventos, restaurantes, autobuseros, y mil cuestiones logísticas. Ahora sufre el justo castigo de haber pasado por la oficina con cara de poco ocupado cuando el CEO necesitaba alguien que organizara esto.

El peligro de los eventos de empresa a final de año para el consultor / conferenciante externo

Si hay mala suerte y el cliente sigue interesado, entonces somos los proveedores externos quienes empezamos a tener sudores fríos y retos variados:

  • Tenemos que preparar una propuesta «para ayer», normalmente por la noche o fin de semana, con información escasa y contradictoria, y convencer al cliente y a su departamento de compras, y al CEO, y al sursum corda, de que vamos a cumplir con todos sus requisitos, deseos, presupuestos y cartas a los Reyes Magos antes de Navidad.
  • Al mismo tiempo, tenemos que hablar, negociar, coordinar, pedir presupuestos, suplicar, amenazar y extorsionar a nuestros proveedores y colaboradores internos y externos para que desarrollen la habilidad directiva de moda: la omnipresencia. Por supuesto, ellos ya tenían las fechas comprometidas con otros clientes quienes, imprevisiblemente, también quieren su convención en las mismas fechas.
  • Otra preocupación que tenemos (y que me acaba de pasar de nuevo esta semana) me recuerda al brindis de los marinos: «Por nuestras esposas y novias, y por que nunca se conozcan las unas y las otras.» No es la primera vez que clientes o proveedores nos puentean tras haberles puesto en contacto y organizado la jornada. Debe ser que aún no se han encendido las luces en los comercios y por lo tanto sus corazones aún no están embebidos del espíritu navideño.
  • En el peor de los casos, es decir, que todo siga adelante, luego tenemos que llevar a cabo el evento. Hay que diseñar, agendar, explicar, consensuar, organizar, ensayar, improvisar, etc. para que todo salga a tiempo y bien. Esto implica varios amagos de infarto y alguna crisis de ansiedad que otra.
  • Pero, como diría Hannibal Smith, todo vale la pena cuando las cosas salen bien. El cliente y los participantes aplauden y agradecen todo el esfuerzo realizado, y salen inspirados y transformados, con las mejores intenciones y propósitos para el año nuevo. (Y también con hambre y sed, que ya es la hora del restaurante, y estos consultores no paran de hablar.)

Pero ¡cuidado!: si además el cliente nos invita a su comida, tenemos que recordar la primera parte del post, sobre los peligros para el asistente a estos eventos, aún más cuando no es nuestra empresa. Con el añadido de que muchas veces tienes que hacer de confidente / confesor / mediador / paño de lágrimas de los empleados. Algunos, ingenuamente, creen que como consultor / conferenciante puedes hacer algo significativo para mejorar sus tristes trabajos y vidas y cambiar a sus jefes.

En cambio, tras toda la tensión, cansancio y alcohol, apenas consigues balbucear algunos consejos manidos sobre los problemas y errores que todas las empresas comparten e insisten en cometer. Por ejemplo, organizar cada año el evento corporativo navideño. 😉

Si te ha gustado este artículo, tal vez también te guste otro post anterior que por algún motivo me ha venido a la mente:

Cuando a los formadores nos piden liderazgo, conciliación, familiar, mindfulness con la metodología Hogwarts, en 2h y barato.

Y si he conseguido provocarte una sonrisa, te animo a compartir el post con otras víctimas de los eventos corporativos navideños. 🙂

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