El año empezó bien. Nochevieja con mis padres, nevadita para que los niños disfrutaran, anuncian la vacuna… Pero era una trampa para que nos confiáramos.
A los pocos días cayó la gran nevada. Esguince de rodilla y tendinitis. Imposibilidad de que me vea un médico. Confinamiento en el barrio, niños sin cole. Apagón eléctrico. Cañerías congeladas y rotas, inundaciones en el garaje. Suben los impuestos, la deuda pública y la cuota de autónomos. 700000 parados y miles de empresas agonizando. Tercera ola, cepas británicas y brasileña, se acaban las vacunas, 119.113 fallecidos por covid-19, según los servicios funerarios… ¿No queda nada más en la caja de Pandora?
No es extraño que cada vez más gente esté afectada psicológicamente. Todo el año pasado ya pesa. (Ver un artículo al respecto del COP y otro en El País).
Por suerte en mi entorno inmediato no tenemos problemas de salud ni económicos graves como tanta gente que ya lo ha pasado muy mal (o lo pasará en los próximos meses).
En fin, el humor es una gran manera de afrontar los problemas; y en este país otra cosa no, pero ingenio hay mucho, así que me hizo especial gracia el calendario del mes de enero:
Hay que decir que no se ha cumplido (aún). Pero dejadle un poco de tiempo al 2021 y veremos. Personalmente yo ya sólo tengo miedo a Hacienda. 😉
Lo que nunca se debe hacer es recurrir al alcohol y las drogas. Aunque el año que estemos vacunados y vuelvan a abrir los bares, yo llevaré una camiseta de estas:
Ahora en serio, también ayuda relativizar los problemas y buscar modelos ejemplares. En mi caso, la historia de Shackleton me ayuda a inspirarme sobre cómo afrontar situaciones críticas y prolongadas, y también a mis clientes. Os la recomiendo para estos tiempos difíciles, pero menos que los que vivieron nuestros ancestros.