¡Ya no trabajamos para imbéciles!

Durante casi dos años, los sofás han sido nuestros cubículos. Los colegas se han convertido en avatares de mensajería instantánea. Y las personas han empezado a reconsiderar qué están dispuestas a soportar de sus jefes.

Prime Video: Quiero Matar a Mi Jefe

Recomiendo leer el artículo completo por Emma Goldberg en el New York Times. He aquí algunos extractos:

  • “La tolerancia para tratar con jefes imbéciles ha disminuido”, aseguró Angelina Darrisaw, directora ejecutiva de la empresa C-Suite Coach, que el año pasado experimentó un aumento del interés por sus servicios de asesoramiento para ejecutivos. “No puedes simplemente levantarte en la mañana y dirigir a la gente”, añadió. “Las empresas están pensando en cómo asegurarse de que los directivos están realmente preparados para dirigir”.
  • La imbecilidad, al igual que la incompetencia, afecta la productividad. Y los imbéciles competentes que ascienden de rango pueden tener efectos de gran alcance, sobre todo en una cultura corporativa que pone más énfasis en la producción que en la forma de hacer el trabajo. Las personas reciben condecoraciones por su desempeño, no por su compañerismo.
  • Cada vez más, a medida que las rutinas de trabajo de la gente se han modificado por la pandemia, las personas han empezado a cuestionar el montón de incomodidades y la acumulación de humillaciones que solían ignorar como parte del trato en la oficina. Algunos dicen: “Ya no trabajamos para imbéciles”.
  • Sin embargo, no es ilegal ser imbécil, lo que representa un obstáculo en ese ajuste de cuentas con los colegas tóxicos. La definición de lo que es abusivo suele depender de las personas afectadas.
  • La mayoría de la gente es mezquina a veces, pero lo que separa a la persona promedio del imbécil empedernido es la capacidad de reconocer los errores y tratar de mejorar.
  • Tessa West, psicóloga social de la Universidad de Nueva York, escribió una guía sobre las malas personalidades llamada Jerks at Work (“Imbéciles en el trabajo”), que esboza algunas tipologías como “la aplanadora”, “el librepensador”, “el abusador psicológico”, y el “lisonjero-resuelve problemas”. Muchos de sus ejemplos son de jefes, que suelen ser más difíciles de denunciar.

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